miércoles, 20 de junio de 2018

Querida mía:


Querida mía:

Disculpa que aún te llame mía, quizá debí escribir que todavía soy tuya o no escribir nada, sólo querida. Será que te has quedado en mí o yo me fui contigo, no lo tengo claro. Espero que al terminar esta misiva sea capaz de despedirme sin desearte lo mejor y mucho menos escribir que siempre te querré. Sabes que me gusta hacer lo correcto y puede que eso lo sea, como correcto es decirte que te odio y que ya no te amo. 

Aquí estoy tomando un whisky que ni sé cómo ha llegado al mueble bar del sótano, el que compramos juntas en aquel rastrillo de muebles de Arucas. Por cierto, dentro del mueble estaba tu lima de swarovski, al lado de la botella de Valbuena, esa que guardamos para cuando surgiera un día especial y mira por donde no llegó nunca, con todos los que tuvimos. Aún te veo desnuda deslizando la botella por tus muslos, tentándome a abrirla mientras yo me preguntaba porque aceptaste la lima que te regaló aquella, a la que llamabas estúpida, del gimnasio, que telefoneaba a todas horas y de la que tú decías que sólo era una amistad. Maldita memoria. He puesto la lima junto al cepillo del pelo que dejaste en la cómoda y no me he atrevido a limpiarlo, no quiero tocar tu pelo, ni recordar tu cabello ni siquiera ese mechón que siempre se asomaba curioso por el lado derecho de tu frente. Maldita memoria, el whisky no funciona para olvidar ni me sacia. Sabes que siempre he sido poco dada al arrepentimiento y te lo demostré el día de la subasta del Hopper, cuando me negué a pagar la extravagante cantidad, a pesar de contar con el dinero y mi deseo de tener al fin aquel cuadro, a cambio de irnos a hacerlo en los baños. Fue cuando vi, por primera vez, los arañazos en tus muslos, y me mordí el labio hasta sangrar. Ahora entendiendo el por qué por último querías hacerlo a oscuras. Maldita memoria y mierda de whisky, el exceso te ahoga. Recuerdo la ansiedad que me causaba cuando llegabas tarde del trabajo y aquel color orgasmo de tus mejillas, con la excusa de que venías corriendo desde el coche para llegar antes a mis brazos. No querida, no era tonta, sólo supe aparentarlo, con la idiota idea de que fuera algo pasajero y terminaran pronto tus aventuras con todas ellas, sobre todo con, con…Maldita memoria, desaparece cuando más la necesitas, como el whisky vomitivo que bebo, como el amor traicionado, como el desprecio que te tengo, como tú. Hazte una idea.

martes, 19 de junio de 2018

¡NO TIENES NADA, MENTIROSA!


Todo comenzó hace dos años. Pensé que era un resfriado pero semanas más tarde resultó ser gripe y la gripe jamás se fue. Así empezó todo.El desfile de síntomas era increíble: síncopes, pulso lento, hipotensión bla,bla,bla... Entonces el médico dijo que no era nada. Volví días más tarde porque me sentía morir, pautó analíticas y pastillas para dormir. Cuando fui a por los resultados estaban bien y me mandó al psiquiatra diciendo que tenía que reconocer la depresión. Así que busqué dentro mí la depre por todas partes, <<juraito>>, pero nada, no la encontré. Tenía muchas ganas de escribir, escuchar música, tener vida social, irme de juerga de la Isleta al Refugio y al Muelle grande. Pero llegado el momento estaba agotada sin más, o si iba adonde fuera me tenía que volver porque la fatiga podía conmigo y mi cuerpo de 46 años, hoy 49, de repente tenía 100. ¿Seré como el alcohólico que dice que no bebe o como el mentiroso que es incierto que miente?…me dejé llevar. 
Los especialistas hablaron de tristeza, depresión, estrés, enfermedades psicosomáticas. <<¡Ya coño! Tengo que estar bien jodida>>.  El cansancio y la fatiga eran tan grandes que: tuve que cortar mi pelo porque no tenía fuerzas para atenderlo, comencé a comer purés porque masticar me agotaba y a parir la orina porque no tenía fuerzas ni para algo tan sencillo como orinar…y otras cosas sencillas, rutinarias, como lavarte los dientes, ponerte en pie, tragar agua, encender la luz, ponerte unas zapatillas…
“No tienes nada, estás fingiendo. Lo que te hace falta es un polvo. Haz yoga, taichí... Estás predispuesta a estar mal…es tu mente…" Son ejemplos de respuestas que he tenido que tragar y valorar por si eran ciertas y no me daba cuenta. Toma vitaminas <<no tengo anemias>> haz ejercicio << estoy cansada>>; es como recetar azúcar a un diabético. 
Pero el otro día me dijo un médico “No sé qué tienes” <<más lindo>>, me dieron ganas hasta de abrazarlo. He pasado de no tienes nada a no sé qué tienes y tengo esperanzas. Hay enfermedades raras, tan raras que no se estudian. Ayer leí que a la Esclerosis Múltiple se la diagnosticaba como Histeria hasta hace nada. La Encefalomielitis Miálgica, vulgarmente llamada Cansancio crónico o Fatiga crónica: es otra de ellas…




sábado, 16 de junio de 2018

Sigo cuerda de remate

Me han dicho <<así como quien no quiere la cosa>> que estoy loca y he sonreído. Me ha gustado tanto como cuando me dicen tonta y luego me besan. Tanto como la calma que siento al margullar hasta quedarme sin aire. Más que cuando me dicen guapa, chiquilla, flor... cielo… Mira que llamarme loca con tanta gracia hasta me seduce. Como cuando él me habla acariciando su mejilla diciendo que no está mal mi nombre aunque suene a un poema lleno de espinas. Qué gracia me hace eso de “loca” parece hasta ridículo que me guste. Todo lo contrario a que me digan que estoy herida y me roben un beso, y cuerda de remate  desaparezca porque nadie pudo ser tan verdad, ni tan cierto.