martes, 20 de noviembre de 2018

Por si te apetece venir



Quiero ir a ser feliz. Tengo el pasaje. Iré con lo puesto, como el día en que mi vida se acabe. Tengo preparado el equipaje; vacío, por si regreso llena de versos y más versos que ocupen el espacio exacto de mi yo sin ti. Por si pierdo la maleta, en un bolso de mano, tengo preparado: La prisa de un algo nuevo por venir. Un eco que me suplique que vaya más lento. Una lima para cualquier desliz. El último deseo de mi cumpleaños feliz. Un ser, un estar y un parecer -por si las moscas, ya me entiendes-. La paciencia y las ganas de vivir –dan igual en qué orden-. El último beso para casos de S.O.S y ese tema que jamás aprendí y tarareo ahora porque me recuerda a ti. Todo el amor que he podido ahorrar para derrocharlo - creo que se dice así…o lo que sea que sea -, será que se conjuga contigo y por eso no lo sé definir. Un protector lunar por si me entra una perreta y resulto ser de esas poetas que solas se hacen temblar. Un globo “azul” por si apetece volar. Mi memoria, -sí, mi memoria que nunca me falte- por si me da por sufrir y prefiero sonreír, que salga veloz al rescate. Un pijama, el que desnuda me queda tan bien cuando me arropo pensando en los puntos y seguidos de todos tus puntos cardinales recorriendo mi recorrido. Y como siempre bolígrafo o lápiz y una libreta, por mi estúpida manía de sentirlo todo. 
Se me dan fatal las despedidas así que…dime: ¿Quieres viajar conmigo o conmigo quieres venir? Aquí también me da igual el orden. 
Cuando regrese –si alguna vez regreso- quiero un motivo de peso que arrase con todo,eso, lo que hoy es presente y me dé motivos para comenzar, o seguir.

domingo, 11 de noviembre de 2018

Los domingos


Entra en mi cama y me da los buenos días susurrando “hoy puede ser un gran día plantéatelo así”. Besa mi cuello. Suspira en mi cara. Me abraza contra su pecho pasando su pierna sobre mí. Él me ofrece un fantasma silencioso. Retira las sábanas y pasea sus dedos por el rizo impertinente que duerme sobre mi frente siempre en el mismo lugar.
Y yo le pregunto -¿Me dejarás dormir?
Entonces me hace la misma pregunta de siempre, a veces con cariño, a veces impertinente, ¿Te apetece una canción de amor, un café, no pensar y pensar, ninguna de las tres?
 Me acompaña a la cocina tras correr las cortinas y pasa… el domingo pasa.