sábado, 25 de mayo de 2019

La botella


Una voluta de humo  asoma por la corona de la botella –cuidado con lo que deseas –dice la voz ronca intentando aclarar su garganta. Las imágenes se suceden:

Como si solo con desear ser mayor se fuera a cumplir preparo el hechizo añadiendo purpurina. Sonrío.
1- Dibujo la palabra Amor. Tan chiquita, y ya con mayúsculas. Esa boquita de leche  embadurnada de geranios busca las causas de todos los efectos. Fuerzo la sonrisa.
2- Un río rojo cae a los tobillos y todo en lo que creo se convierte en mierda. Muerdo una mano.
3- Alguien dice –no grites, empuja, empuja...  Es una niña–. Busco un lugar donde llorar.
Desde entonces sé que lo contrario a ser niña  es el miedo.
Lo siento –tantísimo–.

domingo, 19 de mayo de 2019

Oye


Se hacía el sueco cuando le hablaba <<este me va a oír>>. Terminé plantándole cara, Oye, ¿quién te has creído que eres? Tantas miraditas y notitas… Dime al menos que no te intereso y ahórrame el bochorno.  ¿Me oyes?
 Agitó dos dedos delante de su cara. Tocó mi barbilla obligándome a  mirarlo. Se llevó  la mano al pecho cerrando fuerte su puño y me señaló dulcemente. Entonces me dio un beso de esos que jamás prescriben.


viernes, 17 de mayo de 2019

A saber


“Quién será el que me quiera a mí…” Quién le dará la vuelta a mi mundo a ver si es más hermoso. Que enseñe a mis manos a hacer caminos, y mis ojos lo recorran con paciencia. A saber por dónde andará quien acabe con mis yo nunca y con todas las palabras terribles que atribuyo a las cosas bonitas. El que esté dispuesto a pasar por la vicaría aunque le diga que no. El que se fíe tanto de mí, que no le importe preferirme vestida. Quien me deje decir la última palabra y dar el último beso, y el primero.
Que me haga volar sin tomarme en brazos y cuando me tome le apetezca pararse conmigo. El que me muestre que todas las notas también pueden ser si, y mis mejores acordes al timple comiencen por no sostenido. El que al leer mi poesía, dude de si me conoce todavía y tenga interés en conocerme. Quien deje una nota “nos vemos allí, donde el sauce llora con el río" o “si quieres volver a cenar conmigo cuando las luciérnagas estén volando…” En definitiva: Vete tú a saber dónde estará ese que sin ahogarme pueda inundarme y sienta; “esa clase de certezas que solo se presentan una vez en la vida”.

miércoles, 15 de mayo de 2019

TOC


El texto debe contener las palabras Acorde, Sinsonte, Textura, Habichuela, a pensar...

Siempre le digo, convencida, que volveré antes, pero no sé qué sucede que solo lo hago el treinta y uno de octubre. En la C/ Espejo, S. José, toco en el suelo con el pie antes de abrir la puerta a ras del asfalto. Un silbo como el del sinsonte me hace desplegar una sonrisa. La escalera de madera de color verde siempre parece no tener fin y comienzo a bajar. Él cocina al ojo por ciento el brebaje para tomar mientras invocamos a los espíritus. Bajo la textura de sus pequeñas manos siempre hay una mujer que se asoma, sin embargo, su voz le delata porque conmigo jamás disimula, Te estás quedando calvo. –Y tú tienes unas patas de gallo cojonudas.
En una bandeja ha puesto: velas <<negras, claro>>, incienso, esquelas del Diario de Las Palmas, sal, pelo rojizo, acorde con su delantal, y alguna piedra que habrá cogido de la Laja, ¿Ya sabes a quién invocaremos hoy?
-Romelia, Romelia, Romelia –es de todos sabidos que cuando se invoca tiene que ser tres veces, ya se confirmo cuando Bitelchus, Ya hay que tener mala leche para ponerle ese nombre.
Me da un ataque de risa y no puedo evitarlo, Tres veces ya es un TOC. Tres veces y aparecerá con ojeras, después de tanto descanso, y te dará el susto de tu vida. ¿Y si aparece qué coño se hace después?
Él finge que le dan escalofríos y me mira  serio, A Romelia la mató su madre. Su padrastro estaba enamorado de ella y la madre, celosa, le preparaba cada día un caldo con habichuelas para disimular el sabor del arsénico, ¿El arsénico tiene sabor?
– ¿Quieres quedarte? –asiento con la cabeza-.Pues calla.
Toma las tijeras y la vuelve a invocar. Yo me muero de ganas de fumar un cigarrillo y de tomar el líquido  que nos llevará al otro lado de la línea entre el más allá y el más acá.
– Romelia, Romelia, me escuchas, Ro…
Golpean el techo. Subo la escalera. Abro la puerta. No hay nadie, Serán los niños pidiendo huevos o caramelos, o alguien con tacones caminó sin mirar por donde pisaba.
Vuelvo sobre mis pasos y Él no está. El fuego sigue encendido, y las velas…Observo un puñado de habichuelas en la bandeja y un espejo que no estaba antes. Miro el reflejo, y tiene ojeras y cara de mala leche. La mujer…silba. Titubeante, prometo volver antes, antes; de qué, convencida, pero no sé qué sucede que siempre vuelvo el treinta y uno de octubre.

lunes, 13 de mayo de 2019

CONSECUENCIAS



Me enseñaron que debía ganarme el estar a la derecha del Padre. Me enseñaron a callar y a decir hola y adiós: Un niño que no saludaba era un malcriado y el que hablaba de más un entrometido. Me enseñaron a ordenar mi cuarto, mi maleta del cole, a betunar zapatos con una cáscara de plátano. A lavarme detrás de las orejas, a no poner los codos en la mesa, a sentarme derecha y no levantar la mano ni el dedo corazón ni a abrir las piernas. A bendecir la mesa y dar las gracias. A respetar la muerte. Que “quien perdona la vara, no ama a su hijo”. A hacer la cama y al deshacerla, rezar cuatro esquinitas. También me enseñaron a sentirme rica con lo poco que tenía y a sentirme pobre si no me comía aquel pedazo de pan que era, precisamente, para el niño Jesús; también lo podías encontrar en el fondillo de un vaso <<conste que jamás le vi>>. Que asesinar con la lengua era el pecado mayor, y mis rodillas con mercromina y un <<sana, sana>> iban a cualquier parte... Me enseñaron a vivir, pero no de todo lo aprendido aprendí, porque hay cosas que tienden a imposibles; ni todo es palabra del señor ni la mejor despedida acaba con un adiós…y, por supuesto, qué se siente cuando tus carnes revientan y los huesos te piden explicaciones.


Fotografía: Marcos Rivero Mentado.

viernes, 10 de mayo de 2019

Esto de aquello


Hay situaciones chorras, en las que me quedo como un cromo, a cuadros, como en estado de shock, como si lo que sucediera fuera algo extremo y sin embargo no es para tanto. Solo sé que me quedé mirando la fecha de caducidad de un tetrabrick, que ni siquiera iba a comprar, y olvidé por completo los recados que me mandé hacer. Con una candidez arrolladora alguien preguntó:

―¿Me puede decir dónde está la comida para los que no comen? 

El reponedor del super, comenzó a adivinar preguntando si era comida vegetariana, alimentos infantiles; potitos y papillas para ciertos estómagos… hasta que pronunció eso de veganos y el anciano dijo sí.
Regresé a casa pensando en cómo se las ingenian a cierta edad las personas para definir, como si fuera una adivinanza, ciertos objetos o situaciones. Yo aún estoy en la fase de <<dame eso de ahí>> y suele funcionar sin nombrar qué, pero no puedo evitar recordar cuando mi madre me pidió prestado el disfraz de Tapajuntas, o a mi suegra, y sonreír, que no burlarme, que no soy tan cabrona, cuando un día de tantos llegó a casa y se le hizo tarde, solía ser puntual, y tras hacer una recesión intentó explicar el porqué del retraso, pero no le salía la palabra adecuada concluyendo:

―Es que vino ese; al que le pagas para morirte, y se me escapó la guagua. 

Sonrío y me enternece. Creo que son supervivientes de las definiciones y las palabras.