domingo, 30 de diciembre de 2018

Sin palabras


Abro un libro con la jodida intención de desconectar y que el corazón deje de latir en la cabeza. Lo he cerrado más veces de las que lo he abierto porque siempre vuelvo a la primera página. De todo lo que he leído estos días: la botella de suero del hospital, dos veces las instrucciones de mi monitor, la letra pequeña del sobre de sopas Maggi… con lo único que me he quedado es con lo que leí en el whatsapp,  facebook, en instagram… y en todos esos medios de comunicación invasiva, llenos de risas predeterminadas  que decoran errores emocionales con emoticonos que fingen felicidad. Estoy bien, procesando diciembre para guardarlo en la nube por si alguna vez lo quiero volver a leer, cayendo en la cuenta de que las palabras fueron inventadas como una herramienta de comunicación –no lo digo yo lo dicen los libros- pero como todo invento, bien intencionado, terminan siendo utilizadas como arma de destrucción masiva.



viernes, 28 de diciembre de 2018

Historias para no dormir




¿Por qué será que llamamos ficción a las historias de amor que leemos? ¿Por qué cuando leemos ficción nos emocionamos e incluso a veces pretendemos que sea cierto?

Te voy a contar una historia y tú decides qué es ficción o realidad:

Esta mañana la confirmación del supuesto cometa me pilló en medio del quinto cigarrillo y el segundo cortado en una pausa de mis compras, maratonianas, por estas fechas. Nos habían dicho que ni dios apretaría el botón rojo en un arranque de “Aquí mando yo” y tras arrepentirse –cinco continentes más tarde- se dieron cuenta que olvidaron instalar el botoncito de marcha atrás. La noticia alarmó al mundo y está claro que cuando vieron el comenta cayeron en la cuenta de que los dioses se habían enfadado; Se escuchaban sirenas, insultos, choques…
Yo seguí fumando mi cigarrillo. Sentía una extraña calma y además correr sería un absurdo;  ¿adónde?
Él también se quedó en su mesa observando (me) como cuando entré en la cafetería y dudé en cuál de las seis mesas libres me sentaría o en cuál de las cuatro sillas reposaríamos yo y mis silencios. Mientras el mundo corría, -sé que corría porque como ya te dije se escuchaban sirenas, insultos, choques- yo tiraba con fuerza del cigarrillo que jamás me mataría, y él me acariciaba con la mirada echando el humo de su cigarrillo en dirección contraria a mis pulmones. Sé que sonreía. No me pregunten como lo sé pero lo sé. Entonces apagué mi sexto cigarrillo y tomé la taza en las manos mirando de reojo hasta casi doler y vi que escribía en un pequeño cuaderno mientras seguía sonriendo hasta que de sopetón me miró descaradamente. Rebusqué en mi bolso –en parte para disimular en parte para seguir disimulando- hasta alcanzar el portamonedas para pagar pero caí en la cuenta de ¿a quién? Al volver a mirar, él, se había marchado pero dejó una nota en la mesa que dice así:
<<Me sentía tan solo. Gracias por besar mis ojos con tu mirada. Pensé que hoy reventaría mi vida y ahora estoy seguro de que no será así. Nos vemos pronto. Lo sé. No me preguntes por qué pero lo sé. Aquí te dejo mi número de teléfono. >>
Marqué rápido mientras corría por el centro comercial;
-Por sobrecarga en la red, marque dentro de cinco minutos.
Y grité, insulté…y choqué.







miércoles, 26 de diciembre de 2018

¡Qué cosas,eh!


Me veo en la obligación de escribir como si fuera un castigo de aquellos en los que cien veces se creía suficiente para no hablar en clase y ver la luz: Y ahora que te quiero…decirte que… Y ahora que te quiero…decirte que… Y ahora que te quiero…decirte que…
Un Góngora, responde machacando en un almirez a un Quevedo que vomita peste a ajo sin perder la compostura, y sólo quien nos conoce sabrá qué digo.  Porque todo esto fue  como una droga y toca pasar el mono. Francamente no sé a quién de dos se le ocurrió si nunca nos gustó el primer lugar donde quedamos, ni una canción nos identificó jamás y lo más insólito es que tampoco tendremos que pasar huyendo de cualquier fecha del almanaque – ¡a salvo!-… Menos mal que tampoco nos dio por apuñalar un árbol tatuando tú y yo, para luego no volver a pasar a su lado dejándolo mal herido.
Por consiguiente: las palabras final y feliz, no deberían estar contenidas en la misma frase rimando, indudablemente, con la palabra miedo, porque eso es un trío  donde solo eyacula este derrumbando  sueños sobre  realidades que tiemblan, no sabemos si de felicidad (Al fin y al cabo o al cabo del miedo) o de frío, a pesar del fuego, dejándonos rotos. Pero rotos así; reducidos a un saludo. Rotos hasta la espina dorsal. Bien rotos… como de costumbre.



lunes, 10 de diciembre de 2018

Devuélveme


Vuelve tu mirada.
Vuelve tu palabra.
Vuelve tu empeño y tus ganas, pero vuelve. 
Vuelve la sonrisa doquiera que esté alejada. 
Vuelve la memoria abandonada. 
Vuelve, que no me sirvió de nada curar la herida sin sacar la bala.
Vuelve con tus letras frías y tu poesía caliente.
Vuelve por lo que más quieras que estoy rota… y escucharemos canciones 
formando un revuelo con el alma al cielo y los pies sobre la derrota.
¡Vamos! ¿A qué espero? Quítame el luto de las palomas de mis manos, del polvo de las mariposas y los pájaros en la cabeza.
Vuelve Cuerda de Remate, que por algo se empieza, y devuélveme otra vez al folio de la mujer despierta.


domingo, 9 de diciembre de 2018

La importancia




Me gustó verle sentado ante una copa. Tomaba un sorbo y me sonreía. Sus manos nunca quietas me acariciaban a segundos volviendo a la barra, de mi mano a la copa, de la copa a mi mejilla, de mi mejilla a sus muslos. La música sonaba a toda pastilla y sonreía al recordar cada título dedicándome el mejor de los fragmentos sin apartar la mirada. Besó mi mejilla justo en ese punto sin nombre de letra del abecedario, ubicado entre el lóbulo de mi oreja y donde termina mi sonrisa, para empezar a suspirar deteniéndose unos segundos de más. Brindó por nosotros y yo en silencio lo hice por él. Quise quedarme a vivir en el instante en que estalló a reír y también cuando bajó la mirada al suelo y desapareció de golpe,  también en un segundo, toda la felicidad que desprendía y no dependía de mí.  Pasamos la noche juntos, y la siguiente, y otras tantas en las que me arrancó mil sonrisas y suspiros y la ropa y el corazón, cuando dijo lo que dijo y yo respondí lo que nunca he sabido decir. Lo que más recuerdo es cada último beso de  despedida, esos que duran un segundo en los labios, un beso  tan suyo sin mí.
Entro a casa.
Dos segundos salados dan la bienvenida cara abajo.
Suena el móvil. Tengo un mensaje:

-Buenas noches.
-Buenas noches -respondo.

Sin iconos. Sin rima.

sábado, 8 de diciembre de 2018

Anti-ejemplo




“Seamos como las águilas que cuando hay tormenta vuelan más alto y no como los pajaritos que se esconden entre las ramas de los árboles”.



El otro día escuche: “¿A mí me dan a elegir entre Súper Man y Clark y a quién te crees que elijo?”
¿Qué tienen los chicos malos que los hacen tan atractivos?
Esa aparente mosquita muerta, de repente es un hijo de puta  que no se va a andar con tonterías. Tranquilas femi-risas y femi-cabreadas… Hay algo evidente que nos viene en los genes (consulten en S. Google que yo no tengo ganas de un copia y pega) desde las cavernas con sus piedras pintadas, sus mujeres avivando el fuego, tomando una lanza y defendiendo solas, solas, solas,  a la familia mientras los hombres  iban de caza, pesca…en busca de alimentos y recursos. ¡Qué organizados eran! Yo no sé en qué momento nos volvimos tan princesas esperando a que el duque desenvainara la espada y cayera de boca desde su caballo a nuestras lozanas castañas imperiales –talla más, talla menos–.
 Las mujeres; las de verdad, jamás perdonamos a un hombre que no tenga fuerza en “casi” todos los sentidos en los que se puede definir esa palabra. No hablo de superioridad física, que conste, por eso lo de casi. Hay que tener fuerzas para llorar aunque sigan diciendo que son lágrimas de cocodrilo, fuerzas para pedir ayuda, fuerzas para reconocer que se está enamorado etc. Reconocer incluso una debilidad, sea sexual, comestible, un juego…yo qué sé. Vale, tampoco es cuestión de darles una medalla ni introducirles en el libro de los records como la octava maravilla o, suavizando un poco, una obra de arte plasmada en un libro –la número 99– (iba a escribir 69 pero tengo tos y si me da la risa…)
¿Por qué los malotes? –a estas alturas espero que entiendas que no hablo de maldad que te lo tengo que explicar todo– porque nos atrae alguien que tenga criterio propio, que no sea un pelele, que sea capaz de distinguir y distinguirse. En pocas palabras; “Un Hombre”.
El miedo nos paraliza y tener valor/fuerza, para enfrentarlo no lo tienen los gigantes con pie de barro…lo tienen aquellos, musculitos o no, –ya te lo dije– que se atreven. Eso los convierte en hombres sólidos y por consiguiente, mucho más atractivos.
Toda esta cantaleta es para decirte querido hombre: – ¿A qué pensabas que escribía solo para chicas? –, que no imites a basuras o lo serás. Sé un  malo malote, por favor, pero de los buenos.



EM




Todo comenzó como cualquier nacimiento. Como los ríos esos que nacen, crecen, se reproducen y mueren… ¿Quién detendrá este río? - y a santo de qué- que avanza hacia el mar para morir en un abrazo, evaporarse hasta ser nube, cuando es inevitable volver a llover.


Sigo cuerda de remate 08/12/2018

martes, 20 de noviembre de 2018

Por si te apetece venir



Quiero ir a ser feliz. Tengo el pasaje. Iré con lo puesto, como el día en que mi vida se acabe. Tengo preparado el equipaje; vacío, por si regreso llena de versos y más versos que ocupen el espacio exacto de mi yo sin ti. Por si pierdo la maleta, en un bolso de mano, tengo preparado: La prisa de un algo nuevo por venir. Un eco que me suplique que vaya más lento. Una lima para cualquier desliz. El último deseo de mi cumpleaños feliz. Un ser, un estar y un parecer -por si las moscas, ya me entiendes-. La paciencia y las ganas de vivir –dan igual en qué orden-. El último beso para casos de S.O.S y ese tema que jamás aprendí y tarareo ahora porque me recuerda a ti. Todo el amor que he podido ahorrar para derrocharlo - creo que se dice así…o lo que sea que sea -, será que se conjuga contigo y por eso no lo sé definir. Un protector lunar por si me entra una perreta y resulto ser de esas poetas que solas se hacen temblar. Un globo “azul” por si apetece volar. Mi memoria, -sí, mi memoria que nunca me falte- por si me da por sufrir y prefiero sonreír, que salga veloz al rescate. Un pijama, el que desnuda me queda tan bien cuando me arropo pensando en los puntos y seguidos de todos tus puntos cardinales recorriendo mi recorrido. Y como siempre bolígrafo o lápiz y una libreta, por mi estúpida manía de sentirlo todo. 
Se me dan fatal las despedidas así que…dime: ¿Quieres viajar conmigo o conmigo quieres venir? Aquí también me da igual el orden. 
Cuando regrese –si alguna vez regreso- quiero un motivo de peso que arrase con todo,eso, lo que hoy es presente y me dé motivos para comenzar, o seguir.

domingo, 11 de noviembre de 2018

Los domingos


Entra en mi cama y me da los buenos días susurrando “hoy puede ser un gran día plantéatelo así”. Besa mi cuello. Suspira en mi cara. Me abraza contra su pecho pasando su pierna sobre mí. Él me ofrece un fantasma silencioso. Retira las sábanas y pasea sus dedos por el rizo impertinente que duerme sobre mi frente siempre en el mismo lugar.
Y yo le pregunto -¿Me dejarás dormir?
Entonces me hace la misma pregunta de siempre, a veces con cariño, a veces impertinente, ¿Te apetece una canción de amor, un café, no pensar y pensar, ninguna de las tres?
 Me acompaña a la cocina tras correr las cortinas y pasa… el domingo pasa.

martes, 30 de octubre de 2018

Plan B

Estoy planeando matar a alguien: será a letras frías, a bocajarro y sin mi estilo habitual; seré discreta, indirecta y en una mezcla de verdad con verdad, pondré todos los ingredientes: 
Encenderé un fuego a grados de temperatura donde no quepa duda de que el paisaje es el adecuado.
Verteré un vaso, da igual medio vacío que a medio llenar, de la caricia inequívoca de mi último amante sobre el espacio en que voy a trabajar.
Un beso de azúcar y una lágrima en su punto de sal.
En un cuenco, acariciando con las manos, previamente acurrucado, espolvorearé un ángel coqueto.
Despertaré a la luna y tomando un cuarto comenzaré a mover lento, muy lento, sin rozar el vértigo sin dejar de sonreír. 
Aunque a punto de nieve dejaré para el final los sueños por cumplir, no olvidaré de añadir: 
El eco de un te quiero que se quedó sin respuesta.
La última canción que hicimos tan nuestra.
El suspiro pillado al vuelo después de habernos amado.
Todos los mensajes escritos a diario, y los que nunca escribí.
Mi diario. 
Mis poemas. 
Mis ganas sin ti.
Una vez finalizado, tras un reposo calculado, lo lanzaré por esta ventana y tú sabrás cómo quieres morir, si lo tomas frío o caliente, o mejor dicho, mueres por morir.


lunes, 22 de octubre de 2018

PARA YO.




Vamos a ver: ¿en qué lugar me dejas cuando hablas o escribes? Prefiero que hables porque las palabras se las lleva el viento y aunque no hablo sin conocimiento… cuando escribes, ¡oh, cuándo escribes! Cuando escribes me condenas porque el papel aguanta todo y queda constancia, y a veces no te aguanto. Me siento débil, expuesta, en el punto de mira, en la diana de cualquier esquina, subida a un madero, condenada a una hoguera… desnuda y desprotegida. Yo, que  solo soy quien soy; de  lágrima contenida, no la fácil, esclava de mis letras, amiga de un poeta, custodia de un te quiero, sumisa del amanecer, o guerrera ante un maltrato, sobrevivo a base de Machados y Federicos y algún que otro Santiago. A veces soy un trapo de cualquier color ante una de mis cadenas. Jamás un quijote, jamás escudero, quizás libro para otras edades, realista hasta la médula, amante hasta los huesos y mi sangre es RH literaria dolorida. Por eso, cuando me preguntan si soy lo que escribes, ¡Ay, cuándo escribes! me duelen todos mis versos… y respondo no.




domingo, 21 de octubre de 2018

Consejos


Le pedí que observara cualquier pudiera ser que fuera, que escondiera sus piernas eternas con una falda más larga, que no soltara sus trenzas, ni mirara en los espejos, que puede saber el diablo más por viejo, pero yo no podía engañarla al compararse en los reflejos y descubrir que no era una chica normal, ni del montón, que era jodidamente rara. Era alta, mucho, tanto como su sonrisa larga, como largas eran sus manos y todas sus esperanzas. No es que fuera tímida, yo creo que fue prudente siempre callando emboscadas. Nunca quiso ser mayor, pero yo la obligaba, la obligaba, la obligaba… y en su mirada eterna se dibujó un corazón, y ojeras. Partiendo de la que era; pensadora, mediadora, fantasiosa y educada, se enamoró mil veces y quinientas destrozada, su refugio fue un verso* que a su garganta dañaba. Ella seguía la música, el ritmo, por mucho que no sonara, por mucho que cualquier cualquiera, la intentara seducir con basura literaria. Y mira que le grité –quieres querer, pero no debes- pero se hizo mayor. No escuchaba mis consejos que más que de sabios eran de viejos y yo que la aconsejaba había perdido el control.
Ya no escondía sus piernas eternas, se había cortado el pelo y como a Sansón en su duelo le asqueaban los espejos y su sonrisa era larga, muy larga, como escasos mis consejos. Y con una belleza osada, -la de siempre, la jodidamente rara-, me encontró en un reflejo, me sentó al teclado y se despidió de mí, callada, muy callada, obligándome a escribir:* Nadie logró tenerla nunca porque nadie supo amarla.

sábado, 20 de octubre de 2018

VIDA SANA


Un día la vida te pauta una dosis de alegría que flirtea contigo. Tú sigues las pautas de posología;  despacio, a cuartos a oscuras, a medias luces, por amor al arte, hasta que tomas una cada día durante todas tus vidas importando lo importante. Te advierte, que será cuestión de suerte, si al tomar la dosis adecuada, aquellas tus mejillas se vuelven rosadas, el brillo en los ojos delata tu mirada, la piel se vuelve más suave y te sientes viva, dolorosamente viva.
Te dice, en su posología, que consultes al espejo si no sabes qué ponerte, que practiques su sonrisa y que beses, beses, beses, y le hagas el amor como si no hubiera mañana.
 Que son síntomas habituales, que mientras te cura por un lado, puede doler por el otro: Hormonas incontroladas, exceso de sueños, insomnios intencionados, sofocos de quinceañera y dejar cada detalle escrito por si alguna vez  olvidas lo que fuera, o sentir ser la última cuando querías ser la primera.
Te advierte que está contraindicado; si rebuscas en el pasado, si se  mezcla con antiguas decepciones, si conviertes en tuyo lo que no es tuyo. Que consultes con la almohada si tienes tendencias suicidas, si por vivir prefieres dar la vida, si comienzan las horas malgastadas. Si se duele a sí mismo y no sabe olvidar por más que fuerce el gesto.
Si una vez aclarado todo esto interrumpes el tratamiento, puedes descubrir que esa alegría sana a los enfermos, aunque te deje sin aliento, con dolor en el pecho y quemazón en las entrañas. Pero resulta que un día… la vida te pauta otra alegría y vuelves a sentir que sanas. Dolorosamente sanas.



martes, 16 de octubre de 2018

"rosa"


Al final hay amores que dejan huella. Si. Ya. Vale. Lo sé, lo sabía, pude notarlo. Pero quisiera saber, en qué maldito poema está escrito que esta te la juega, y ganas en lo perdido,  que es así y nadie puede evitarlo. Tengo antojo de leerlos para después vomitarlos.
En qué hora retorcida un color decide mi vida, o me da a elegir si ilesa o herida. <<Rosa que te lo dije… mira que te lo advertí>>. Solo sé que el negro no es un color, aunque es un color de mierda, que siempre me pinta a mí con cara de despedida, y antes de la crecida tengo que decidir…Pero ¿cómo decidir qué es vida?
 ¡Buf! Creo que el rosa me produce fatiga y ganitas de llorar y de dormir… ¿En qué mundo depravado, yo que ya me había secado me comencé a regar y se abrazó a mí la vida con cara de bienvenida, diciendo? -Estoy aquí. Decidas lo que decidas.



Requisitos


 De golpe, como de golpe apareció, he sacado la flecha lamiendo como una zorra, letra a gota, aullando rota y de un solo quejido – que si te fue fácil darte por vencido-.
 Sigo buscando en algún otro  desconocido, que no tenga una lista en la que no se permiten los celos a menos que broten de ti. Una lista de caprichos anotados que reza, en rojo y bien subrayado; no te enamores de mí.



¿Cómo te escribo?


Reconozco que me tiembla el pulso igual que  tiemblan mis piernas cuando te acercas al roce del demasiado y de repente me besas. Entonces comienzo a escribir y a escribirte, como si mis dedos pudieran empaparse en tus ojos marrones y sacar la tinta  precisa para hacerlo. Tengo que reconocer que entre las comas y tu pelo hay metáforas en pleno reconocimiento. Que pierdo las letras a cada rato y las busco en la cocina, en tu balcón, o en cualquier esquina donde hicimos el amor. Y de repente es tu voz la que me guía hasta tu cama y ahí,  donde hace nada encontré el norte y perdí los puntos suspensivos, las encuentro desnudas, eróticas, desvergonzadas y de repente, llamas a mi punto g poema, y -¡joder!- tengo que reconocer que no sé escribir.

lunes, 15 de octubre de 2018

¿Nos vemos?


Déjame terminar el poema que comencé en tu pecho. Ya, tú no lo sabes, pero quedarse a medias de una conversación con tu piel, es como dejar que el último ría primero cuando ya no tiene gracia. Como cuando me diste aquella pastillita de fresa de tu boca a mi boca dejándome con las ganas. Como regalar a un niño un payaso de cristal perdiendo la risa en una estantería porque no puede venir a jugar, o como tener la llave de los tesoros de Da Vinci y resulta ser una goma de borrar. Como pelar mandarinas a deseo y luego están verdes y amargas, o como cuando siendo mentiras las palabras los dos dijimos estoy bien renunciando a la verdad.

No permitas que se borre aquello que escribí -¿recuerdas?-; fue cuando besaste mi frente y luego estallaste a reír porque te hacía cosquillas. No quieras llevar una esquela en tu pecho de mi puño y letra, no, no así: “Nos vemos donde te conocí, en el mismo sitio, a la misma hor… 
Claro que si no sabes de qué te hablo, no valdrá la pena volver.

sábado, 13 de octubre de 2018

El alma en hilo


Quiero a aprender a coser. Lo tengo decidido. Comenzaré por comprar una tela de tejido ligero que en verano  tenga la calidez del mejor de los deseos y en invierno sea más testigo de besos que de despedidas. La quiero de un color que rime con tus ojos -eso no lo tengo claro-. También necesitaré agujas que no rompan en la entrada o la salida cuando se justifiquen. Hilo, sí; fuerte y a juego también con tus ojos y con la resistencia con la que abrazas o la firmeza con la que  sujetas mi mano, pero que no se note en el acabo. Un dedal, que sabes que soy una chica muy torpe en esto tan desconocido de coser y desbaratar, no sea que me pinche y estropee cualquier parte del tejido y con el alma en vilo tenga que volver a empezar. Alfileres para después hilvanar - ¿o es al revés?- será quizás lo más pesado porque me es complicado y sabes que no sé coser claro… y a veces se me escapan las metáforas. Y un metro que me ayude a entenderte centímetro a centímetro, pero tranquilo, mediré en primer lugar tu pecho izquierdo. Y para que todo esté bien medido y conste que no me olvido, una libreta y un lápiz, ese será quizás el mayor  riesgo pero te aclaro, que  me dejaré el alma en cada segundo porque como bien sabes, no sé coser, ni medir ni cortar, pero quiero aprenderte y demostrarte lo bien que pueden quedarte estas letras.

martes, 9 de octubre de 2018

Ver por hurgar.



Me pillo dios con la mirada perdida y aprovechó para hurgar entre la esquina de los diez mandamientos y el cruce del silencio de los santos y estupefactos prudentes. Y no, no es que me hablara: me dio por pensar y revivir desde los basureros perpetuos, cayendo en la suma de las promesas eternas que lleva, esas que mueren cada día entre sus propias mentiras. Todo fueron porqués, todo fue te lo suplico, todo culpa y mala resignación, pero no sé si recé. La única conclusión que he sacado es que existe, todavía,  porque se apodera de mí cuando tengo el alma partida y él… está en celo.




domingo, 7 de octubre de 2018

Y es que parezco


Pareces otoño con el ruido del frío
cualquiera diría que hasta te conoce
arropando con las mantas de tus ojos veraniegos
besando con el caldo de tus labios al roce.

Pareces mentira que llueve en sequía
cayendo a manojos como hojas de árboles
que se desnudan rendidas antes del invierno
para hacerlo en tormentas como los amantes.

Sí, pareces otoño en este mi invierno
algodón de azúcar por todas mis calles
que parezco mentiras en tus mansas lagunas
yo, acequia de tus abriles primaverales.





Y entonces,otoño.


Y entonces hay frases que se extrañan;
No me olvides nunca, te espero en la cala
sacude la arena, dobla las toallas…

Y el verano estornuda cerca de la playa
con lágrimas secas y nariz congestionada.
Le pones el termómetro echando una manta
 y lo arropas con ternura 
entornando las pestañas.

Y llueve el otoño y despliega otra magia;
mojando la marea, regando las barcas
con el ruido del frío y olor a castañas.

Recordando las frases, sonriendo a las muecas
haciendo preguntas que nunca se acaban
el verano se duerme y le queman las entrañas
con la costa a cuestas
 y amores que aun sudan 
entre las amarras.





#otoño 
#Concurso poesía Zenda Libros-iberdrola

martes, 2 de octubre de 2018

Esencias.


Aquel aroma se fue metiendo por mi piel…por mi sangre hasta los huesos. Entonces comenzó a mezclarse con el olor de la soledad y la tristeza… Ahora huele a te echo de menos, pero te juro que no soy yo. Yo tengo un aroma estable dentro de la gravedad.

domingo, 30 de septiembre de 2018

Y entonces


Y entonces, qué haces entonces…
No sabes si salir o quedarte…
Si morir o matarte…
Si pensarle a posta o sin querer…
Si encender o apagarte…

Pero sientes el impulso de seguir adelante, por mucho que te arrastre el atrás.
Y así lo hice. Salí, anduve; llorando como a gotas impertinentes, moqueando pañuelos, irritando mis ojos que no paraban de llover…con una mano en el pecho que me aplastaba y me empujaba al ayer. Y entré en aquel bar y pedí las copas que quedaron pendientes y entonces me dijo “vamos” y aquella mano en mi pecho cayó desplomada butaca abajo; del me muero, a mis pies… y entonces.



Buenos días.


Pensé en tus labios benignos y fugaces, justo cuando se despertó la mañana con esos ojitos  hinchados y llenos de luz que suelen tener las mañanas de septiembre. Noté la lluvia con olor a  gris, a yerba, a nada de ti…Entonces dejé de escribir en mi pecho. No me gustan los poemas ñoños, ni faltos de rabia, que solo se conjugan con el verbo doler, pletóricos de emociones dislocadas, ni tampoco las palabras; fugaces, ni benignos, -nada lo es-, cuando se refieren al misterio de tus fauces que ponen límites tajantes al  alba, en el que cada mañana… pierdo la magia al antojo de un dios indiferente. Ya si eso…luego se me pasa.

jueves, 27 de septiembre de 2018

Sábanas vacías

Le dio por consultar con la almohada y esta le puso la otra mejilla. Las sábanas se acaloraban entre sus muslos y no le dejaban dormir. Se levantó y buscó distraerse entre letras. No pegó ojo aquella noche. Lo que pasó fue que se alejó de aquella maldita mujer, pero olvidó despedirse de la poeta.


miércoles, 26 de septiembre de 2018

DULCES SUEÑOS.




Alcé mis ojos y pude comprobar que la noria rozaba el cielo, que había mucha gente pequeñita en lo alto que se hacía grande en la bajada. Que algunas parejas bajaban besándose y otras subían abrazadas. Que los de atrás jugaban a alcanzar a los de delante.
– ¿No subes? –me dijo aquel chico mirando el puñado de tiques sin estrenar que yo llevaba en la mano.
–No, soy muy pequeñita y no me lo permiten.
–Hay atracciones también para ti
–Sí. Lo sé.
Me subí al caballito mientras él se alejaba mirando hacia atrás sonriéndome con un guiño mágico. Giré y giré montada en aquella fiera estática de color blanco que me llevaba al galope soportando mi delicado cuerpecito sobre su lomo sin dejarme caer. Agarrada a las riendas plateadas intentado alcanzar al caballo que iba primero no me importaba ir tan atrás, ni tan lenta, lo importante era la maravillosa carrera.
Cuando terminé de girar en el tiovivo  me senté en un banco y volví a verle. Él gritaba y reía desde la montaña rusa levantando los brazos en las más peligrosas curvas. Me dio un vuelco el corazón de pensar que podría caer pero se me pasó rápido, porque también pensaba en lo bien que se lo estaba pasando y que cuando yo creciera haría lo mismo, podría subir a cualquier atracción  ya que mi tamaño no sería un problema… Sin darme cuenta sonreía de nuevo e incluso carcajeaba al escuchar sus gritos.
Poco después me fui al puesto del algodón de azúcar y me permití uno. Iba tomándolo despacio, sintiendo su nube rosa, espumosa y delicada en mi boca, chupeteando mis dedos, viendo  cada atracción y la reacción de la gente. Los niños gritaban “mami mira” desde las sillitas giratorias, las parejas se besaban en la noria, se escuchaban los gritos que salían de la casa del terror –ahí volví a carcajear algo nerviosa–, los disparos de escopetas de balines, las tómbolas… Puse una moneda en la máquina de la fortuna y salió una tarjetita que guardé en mi bolsillo para leerla en otro momento porque no podía dejar de mirar todo lo que acontecía a mi alrededor…Olía a caramelo, a castañas y carbón, a roscas de fresa…a la entrada del otoño.
Entonces volvió a aparecer.
–Ven, dame la mano.
– ¿Qué?
– ¡Vamos!Dame la mano.
Le di la mano sin soltar de la otra el palito del algodón de azúcar que se iba rozando por las ropas de toda la gente mientras él tiraba de mí con entusiasmo sin tener en cuenta mis cortos pasitos.
–Ahí no podré subir.
–Sí que podrás
–Viene conmigo, –le dijo muy serio al feriante que ya tenía preparado el argumento del por qué alguien tan pequeño no podía subir sola a la atracción.
Yo temblaba de emoción y algo de miedo. Nos pusieron el cinturón de seguridad. Las barras bajaron lentamente hasta depositarse a la altura de nuestros muslos. Mi respiración era un disparate y mi corazón tenía prisa por dar la orden de avanzar. El vagón comenzó a moverse por aquella vía recta. Él pasó su brazo sobre mis hombros y apretó su mano acercándome más a su cuerpo a modo de protección. Me miró a los ojos con un brillo verde mágico sonriendo. Entonces empezamos a subir lentamente, lentamente, lentamente…
Su mano en mi hombro comenzó a  zarandearme.
–Señora, señora. ¿Se encuentra bien?
 Abrí los ojos y noté que algo  tiraba de mi pelo. Era el palito del algodón de azúcar pegado entre mi cabello y el banco del parque.
–Sí gracias agente.
– ¿Quiere que avise a alguien?
– ¡No por dios!..., estoy bien, gracias. Seguro que me quedé dormida. Dos litros de sangre dispuestos a hacer mi digestión de chuches… Ya sabe.

Me puse en pie, recogí las cáscaras de castañas y las amontoné cuidadosamente dejándolas caer sobre el papel blanco en el que me las habían servido y puse el palito del algodón de azúcar encima con cuidado de no manchar el banco con los restos. Tomé un sorbo de agua. Saqué servilletas húmedas y limpie mi cara y mi pelo. Metí la mano en el bolsillo y sin mirarla, pegue al palito la tarjeta que había sacado de la máquina de la fortuna. Me crucé el bolso como siempre y como siempre tiré todo a la papelera del parque…y me fui a casa.



Imagen sacada de a Web.

lunes, 10 de septiembre de 2018

Qué idiota


Los idiotas estamos de moda. Comemos sano lo primero que se nos viene a la boca, respiramos sano ese cilindro alquitranado con la excusa de que nos calma. Bebemos sano zumo de uva o cebada o de cualquier guarrada que nos quite la sed, o la rabia des alcoholizada. Los idiotas estamos y siempre estaremos de moda, gastamos mucho en poner en duda el sentido común y poco en poner entre dudas las dudas. Los idiotas vamos a pie de relato en relato y nos gusta pasar el rato con nuestros amigos tan o más idiotas que nosotros, << ¡Más lindos… qué idiotas!>>. Los idiotas nos desvelamos durante el día y prendemos fuego a las noches apagándolas con saliva o lágrimas, o cualquier fluido inflamable que deje constancia de nuestras heridas. Nos enamoramos, nos reímos, nos manchamos y marchamos <<y volvemos>> nos engañan y tropezamos como reverendísimos idiotas. Mira que los idiotas no vamos por ahí diciendo que somos más listos ni menos cobardes, porque somos un poco las dos partes. Llámame idiota, que yo siempre me la juego sanamente aunque el tiro por la culata me toque en segunda base, porque el mundo literal es tan difícil… que me prefiero la idiota entre las idiotas, exponiéndome a que pase lo que pase, porque si no, no lo haces.

sábado, 8 de septiembre de 2018

VA POR TI


Quieres llevarme a tu mundo y repasar todas tus excusas –la ilusión de mi vida-. Quieres explicarte el por qué no debo quedarme. Explicarte porqué sientes que te invado. Explicarte a ti mismo, en voz alta, a cámara lenta y con banda sonora –que es como se explican los protagonistas- una y otra vez qué fue, cómo y dónde latiste tan rápido o paraste tan lento.  A mí me da igual.  De veras. No me importa cómo sufriste más que nadie, ni cómo te partieron en tres y andas por el mundo buscando tu última parte.  Quién te dijo que puedes bajarme de mi infierno y sin salir ileso derrapando en la curva de algún cielo. A mí que me secuestraron los huesos y los conjugaron también en pluscuanperfecto partido. A mí que nunca me llevaron flores a sus cementerios improvisados. A mí que me educaron a la moda, al gusto, al oído y al esto es lo que toca, y un día dije que ni cuerda ni loca. Dime quién puede sacarme de mi infierno y poner fronteras donde jamás se divisó un horizonte. Explícatelo, que cuando te lo expliques  más, lo entenderé menos.

Qué cosas.


sábado, 1 de septiembre de 2018

Sé perder.


He perdido tanto en la búsqueda; el tiempo, el sueño, el trabajo, el dinero, la salud, la amistad, la esperanza, el amor.
He perdido tanto en la apuesta; la mentira, los papeles, el sentido, la razón y el corazón,
la guerra, los colores.
He perdido tanto en lo que encontré; el aguante, el que se me note, lo que jamás fue, las lágrimas, la tontería.
Ha sido tanto lo que quedó en el camino que anduve del revés, que cuando perdí el nosotros supe al fin ser yo y no con eso me basta lo que tanto sobró.
Ya no me queda otra que ganarme la partida; yo contra yo. Porque soy capaz de retarme sin hacerme trampas, por una vez.


viernes, 17 de agosto de 2018

CHORRADITAS


Me encantan los besos volaos…un beso y un globo. <<Cosalinda los besos, y tú>>.
Imagino que vienen saltarines a mi mejilla, o que frenan al borde de mis labios, o que los  atrapo con la mano y los guardo porque me hacen cosquillas, o que van directos al corazón sin salida.
Que atraviesan el Atlántico a toda leche o pastilla y te buscan y sonríen al verte y se meten por tu ropa acariciando lentamente y salen vía whatsapp planeando por tu frente.
Dame un beso volado, o robado, o preferente, o urgente y te contaré cuando vuelvas con pelos y señales qué se siente.




Al golpito


Poseo el tenedor más limpio de mi cocina. Era lo único que había en el fregadero desde antes de ayer o yo qué sé. He mirado al suelo solo un instante, un doloroso y jodido instante  y se me ha hecho la tarde. Así que me he puesto las pilas y en tan grande arrebato de querer olvidar, limpiar y limpiar y limpiar y no perder el tiempo, mocho en la mano derecha, goma en la izquierda, me propuse limpiar toda la casa y borré todo lo que escribí. La goma quedó en mis labios mientras mis dedos jugaban con esas virutas que se esparcieron como cenizas al mar por todo el escritorio. Puede que pasado mañana me dé por barrer las que cayeron al suelo, pero primero  voy a pasar el lápiz por encima del relieve que quedó en la libreta. Mierda de goma. Ni sé qué hora podrá ser…hace calor… y tristeza… y ya amanece.


El sexo de las palabras

Mira que no me gusta escribir ñoñerías, pero fue verte y buscar corriendo apresurada palabras que mal sonaran, para no caer en la tentación, pero el bocado de atún pasó de tu boca a mi boca y me sentí atrapada. Ahora entiendo un poco lo que es estar cuerda y menos chalada, que la realidad nos fulmine, como haces conmigo, en el buen sentido de la palabra, y la palabra toma la palabra y cada palabra es otra. Quiero llamar Escalectrix al recorrido en mi vientre, que ya mariposas murieron en mis curvas estrelladas, cuando en realidad el vértigo de tus manos y tu lengua me provocan, a jugar entre tus piernas, sin mis gafas de intelectual redomada, con la visión clara y el espesor que nos convoca. Mira que me juré no ser de esas poetas que desnudan a la luna dejándola colorada, para que se oculte en mi almohada mientras tú me deslumbras retorcido entre mis muslos estrujándome las nalgas.Y mira que aborrezco que esta partitura en letras me descubra consagrada, asonante o convocando, en aquella Mesopotamia, al sexo de nuestras palabras, que timbran en mi oído coquetas, eróticas, sucias y hasta macabras, mientras jadeo pidiendo más y me rindo cuando se acaban.


RETO Nº 33 Construir un relato con las palabras Mesopotamia, Gafas, Atún y Escalectrix

jueves, 16 de agosto de 2018

TAN CORTÉS


 Malamente empezamos –pensé-, pero por cortesía no le dije nada y por cortesía trajo la botella, y seguro que por cortesía o por pensar que era una broma no dijo nada a mi respuesta cuando le invité a cenar y me preguntó si traía algo y yo le respondí que una cruz y una estaca…se lo tomaría a broma porque apareció con una botella de vino de Tenerife y ni rastro de lo que le pedí.
También me dijo que no tenía en realidad mucha
 hambre mientras me daba un beso con sabor a cola cao -groso error no lavarse los dientes, no soporto a un hombre sin higiene dental, y otras malas higienes-. Pero yo tenía un hambre increíble. Me devolvió el libro “Los Navegantes” –sin leerlo, eso se nota-. Me lo pidió con la excusa de volverme a ver en realidad. Un libro de tantos que está en ese grupo  -último estante a la izquierda junto al álbum de fotos de familia-, en los que seguro que lo poco que sé de la vida ya está contenido en ellos y bien redactado.

Abrió la botella de vino y se me hizo la boca agua. Casi se me notaban los dientes afilados y el aliento a fiera. Pero preferí esperar. También por cortesía. Puse música en mi viejo tocadiscos; un solo de piano de Michel Legrand - I will wait for you. Ya había pensando cómo terminar mi larga muerte, esa misma noche y con su ayuda, y qué BSO sonaría, pero él encendió el ordenador y dispuso del ratón a su antojo diciendo que yo no entendía de música, que estaba anticuada y qué mejor que la bachata de Romeo para amenizar la velada. Sin cruz y sin estaca me sentí perdida, desolada. Él no me había entendido y quizá por cortesía no se lo dije ni el preguntó. Entonces le miré; desprevenido y falto de reflejos, balanceándose en mitad del comedor, tendiendo su mano e invitándome a bailar, con el ratón del PC aún en las manos. Abrí el cajón de las mantelerías, tomé la pistola cargada con dos balas de plata y me acerqué a la bestia sin apartar la mirada, y con la sangre fría, y por cortesía…lo besé.


domingo, 12 de agosto de 2018

PORTARETRATO



La que habla sin pensar.
La adicta a las almendras
La del grano mensual.
La que vuelve a tropezar.
La mendiga del por qué.
La que busca la gracia a la desgracia.
La Princesa del dónde.
La que grita; ¡Joder!
La mujer con disfraz de mujer.
La que no sabe qué ponerse.
La que se cuela en las prisas.
La de mariquita el último.
La del dios nos asista.
La que huye de los espejos.
La de las pecas en la espalda.
La de las cremas eternas.
La del “coño” y “no me digas”.
La escapista de la envidia.
La que se enamora hasta las trancas.
La que camina por el bordillo.
La que olvida el sin salida.
La reina de las cosquillas.
La que escucha con paciencia.
La del sálvese quien pueda.
La que adora la vez primera.
La que hace saltar  alarmas.
La inspectora de mis caídas.
La que  da vuelta a las vueltas.
La que opina lo contrario.
La que tirita por un beso.
La que olvida depilar sus piernas.
La del nunca en la primera cita. ¡Ja!
La que siente lo que siente
aunque sean pequeñeces
La sencillamente complicada.
La normal. ¡O qué te crees!


La ausencia de mi sol


Hay una playa en la que casi nunca sale el sol. Si así fuera sería perfecta. La pasean los solitarios en todas las versiones en las que querer estar solo, o un rato, se convierte en una imperiosa necesidad y en la que sin saber el porqué se sienten plenamente acompañados.
 Es el lugar donde estás a salvo del ruido, del desamor, de las viejas batallas, de las cotidianas guerras. Donde se aclaran las ideas, donde la tristeza desaparece, donde el aire te llena, donde los pies se descalzan y se desnudan las mentes. Donde la imaginación se desborda y también se presiente, que se estaría bien viviendo en ella… si no fuera porque casi nunca sale el sol. Tan apartada del mundo  que muchos querrían quedarse para siempre pero siempre terminan marchando. Dicen que nunca se olvida y  alguna vez en la vida se termina olvidando.  Y juramos, ¡juramos volver!… pero  nunca se regresa.

viernes, 10 de agosto de 2018

Nosotras


Lo que pasa es que a las chicas como nosotras nos mata la razón y nos puede el corazón. Nos dejamos invadir por cualquiera dispuesto a besar nuestra piel de colmena y miel. Nos volvemos loquitas cuando nos asalta la idea de un algo nuevo por venir, como una supernova y nos ataca la risa floja. Nos lanzamos sin pensar en una fecha de caducidad. En si perderemos otra vez o por una podremos ganar. También nos ataca la risa floja al perder y después de levantarnos desgreñadas al atardecer, recogemos la chatarra y tras una minuciosa separación, para un buen reciclaje porque aspiramos a un mundo mejor, la tiramos a la basura. Entonces a esa piel que se vuelve tan loca, le ponemos una camisa de fuerza… y al nuevo amor de nuestra herida lo olvidamos con una perreta, unas copas y vamos a refugiarnos al santuario de nuestras locas amigas. Hartas de coleccionar motivos por el que echar de menos con contrato indefinido y excusas del porqué nos dejan rotas, malheridas, con la rabia en pedazos, con el alma partida y al filo de la derrota... arrancamos del diccionario todas las palabras, y efectos secundarios, que signifiquen amor…o idiota.

Para mí sola



Yo haría lo que fuera:
Ahuyentaría al coco.
Le encendería una luz.
La vestiría de princesa.
Le curaría sus pupitas.
Jugaría a las casitas.
Le permitiría dos perretas.
Le sonaría los mocos.
Yo haría lo que fuera:
Aunque me comiera poco.
Jugaría al escondite.
Me haría la encontradiza.
Evitaría sus pucheritos.
Secaría sus lagrimitas.
¡Pero el osito se queda!
<<laquieroparamísola>>
Que no me quite mi puesto
ni a la hora del cuento
ni a la hora de dormir.