martes, 23 de julio de 2019

Tan tanto.


Yo, elegí el vicio de su boca -y porque el mundo me ha hecho así-,  me tocó perderme en su silencio y ser ñoña al escribir. Vulgar al besarle. Estúpida al nombrarle. Valiente al amarle. Zorra al hacerlo.  Astuta jugando a olvidarle.
Él, era tan tanto; para quererle, para cuidarlo y mimarlo. Tan frío. Tan suyo. Tan piedra.
Yo, -que estuve ahí-, no volveré -a sentirme así-, con alguien tan perfecto… como innecesario.



Obra: Remedios Varo


jueves, 18 de julio de 2019

Querida Censura


Querida Censura (dos puntos)
No me mates así, que no es forma. Mira que muero en el Realismo Mágico, tan crudo como mi piel. Me apasiona Safo, la cual me creó una dependencia absoluta a la partitura Madre de la Literatura. Sigo pendiente de leer y morir -sin que me suban los colores- a Bukowski. Qué decirte de Napoleón, Sade, del punto “G” de Goethe… que me muero, muero…. y eso me da vida.
No me taches, ni etiquetes y déjame así, si, así; con el deseo de que me maten todos al mismo tiempo.


lunes, 15 de julio de 2019

Dos cosas


Odio ir de compras. Yo llevo una lista y me acojo a ella como el de Notre-Dame se acoge a Sagrado. A veces me fascina; si ya es difícil comprar la oferta teniendo en cuenta que lo barato es caro, ahora se emplea el móvil para aclarar a tu famlia qué estás comprando, mientras intentas abrirte la bolsa, en frutería, con un guante cincuenta tallas más grande, y la muy “bolsa” está pegada de fábrica al vacío y no hay dios que la abra si no mojas con saliva los dedos. Claro que me fascina ver con qué facilidad la abre el frutero y mi imaginación vuela alto y le imagino entre botones, cremalleras o corchetes y…disculpen que me voy por las ramas. De veras que me fascina ir al supermercado aunque odie ir de compras, porque en el pasillo de los hidratos de carbono siempre hay una pareja joven que se disputa si llevar chocolate blanco o con leche, al tiempo que se acuerdan como por arte de magia, mientras él le toca el culo y ella le sonríe, que les falta la cola light, sin azúcar, desnatada, descremada, y des…de todo. También me fascinan los mayores, siempre cargados de frutas y verduras, adictos a las chuches de sus nietos y al tres por dos, mientras se les hacen los ojos chiribitas, y a colarse a la hora de pagar, por sus peras imperiales, mientras a todos los de la fila se nos enredan las cejas en el fleco. Para colmo siempre les falta algo por pesar y hay que hacer pausa para la publicidad mientras la cajera llama para que alguien venga a rescatarla. Mira que siempre he odiado ir de compras y por ello me han llamado rara. Nunca le he contado a nadie, hasta ahora, que para mí es un mundo suculento de historias y es lo único que me anima a estar en una tienda. Las madres a la carrera antes de ir a la puerta del cole, las chicas de doce que entran y salen sin compra (no sé pa´ qué) y yo, encabronada porque han cambiado todos los pasillos y tendré que buscar, como puta por rastrojo, donde están los huevos…

Echo de menos a Manolito el de la tienda. Él lo tenía todo controlado. Sabía qué quería y sobre todo sabía dónde lo tenía. Claro que un día a alguien se le ocurrió (por favor que alguien me lo presente que ya le diré yo dos cosas) que era mejor suminístrarte tú sola. Al menos hacías amigas en las tiendas y te enterabas en primera persona, aunque suene arriesgado, si Luis Alfredo era adoptado o hermano de Cristal, la hija del cura, el que en su juventud tuvo un desliz con Victoria y…ya me fui otra vez por las ramas. Me gusta volar, pero me sucede como a Ícaro, que intentó volar demasiado alto y al derretirse la cera que ablandó sus plumas; plof… 
Ya estoy en casa y en lo único que pienso es: ¿Por qué si compramos huevos y nunca están en neveras los ponemos en ella? ¿Quién fue el lumbreras que dispuso una huevera en las puertas de las neveras? (Por favor que alguien me lo presente que ya le diré yo dos cosas)

domingo, 14 de julio de 2019

Y los sueños...



Yo creo que en los sueños y en las pesadillas,  hay que creer, porque de alguna manera –inexplicable–, esas historias son más reales que nuestra vida cotidiana. Con esa premisa comienzo esta historia:
Yo era joven, no una anciana como ahora que vive de recuerdos y casi no da dos pasos sin preguntarse por qué dio el primero –jamás pasé la fase del por qué–. Escuché, en el sueño, una voz en of que dijo, Para ocurrir hay que estar dispuesto a perderse y encontrarse. ¿Quieres ocurrir?
Entonces vi que  dos caminos; Perder y Encontrar, charlaban mientras leían las noticias del periódico.
Y entonces emprendieron el viaje hacia la Ciudad Sumergida... Y ocurrieron. Me gusta el caminante que quiere ocurrir dijo Perder desmoñado.
–¿Sabes, Perder? Tengo la sensación de que la gente me empuja al éxito saltándose el ocurrir. No sé por qué me eligen.
–Yo tampoco. Deberían elegirme a mí, que soy el mejor.
–Sí. Ya. Perderse es lo mejor, con tu eslogan de “el camino vale lo que estás dispuesto a pagar por él.
–Anda… porque Encontrar, con “tus pasos de cebra para no ser atropellados por los principios” son de lo mejorcito.
Mientras discutían intenté hablar con ellos con la intención de preguntarles qué camino seguir… pero ni caso. Así que me senté observando y escuchando, intentando decidir qué camino tomar. Y ahí seguían los dos, erre que erre, pasando las páginas del periódico:
– Aquí dice que tener pasos andados no te garantiza la experiencia “un puesto” con final feliz, porque el camino será el mismo.
–Cierto, cierto, querido Encontrar.
– Pero no quienes lo transitan.
–Si el Universo está en cambio continuo imagina nosotros…somos caminos por andar.
–Y por desandar querido Perder.
–No, no. Se hace camino al…Ja, ja, ja.
Entonces se quedaron callados, y con un tono nostálgico…:
–Encontrar. Ayer una pareja comenzó mi camino por separado.
–¿Y cómo van?
–Discutiendo. Creen que siempre estaremos aquí –dijo Perder chasqueando la lengua.
–Ya encontraron al niño que se perdió a mitad de mí  –gritó de alegría Encontrar.
–Eso es buena noticia Encontrar. Un maravilloso ocurrir.
–¿Sabrán todos estos que al fin del camino solo está el fin?
Entonces se me quedaron mirando diciendo:
–¡Ah, hola caminante! ¿Qué tal… te atreves?
-Sí… claro… No tengo prisa en meter la pata. Lo que realmente quiero… es ocurrir –dije torpemente.


Jamás he despertado.

viernes, 12 de julio de 2019

Comienza el juego


Nunca aprendí a rendirme aunque otra cosa es estar rendida. Mira: deberías salir corriendo y no quedarte a correrte pensando que somos un para siempre que jamás se olvida. 

Cielo: no quieras que mi corazón vacío juegue a quererte, ya que nadie vendrá a salvarte sin hurgar antes donde más te dolía. Te advierto que no estoy ni preparada ni lista ni dispuesta. Pero, tú mismo. No olvides que un “pero” desmonta cualquier argumento, o perdón, o excusa que comience por lo siento, marcando una equis en cualquier vida. Lo siento -pero lo siento-, por dar un salto mortal y jugármela cuando la red es la herida.

miércoles, 10 de julio de 2019

¡Vamos!



La nevera estaba vacía.  No quería  ni arcoírises  ni flamenco ni unicornios. No  quería nada y sumé a mi desgracia un bolero, una uña rota, un frasco seco de mi anti-ojeras y otro de colorete en polvo. Mientras espachurraba aquel kebab, con ganas de morir de hambre, de asco, o de lo que fuera, el yogurt tocó mi pecho, y el colmo de mis males -al lamerlo- se sentó a mi derecha diciendo, Tranquila  ¿Quién va a mirar a un alguien que siente que siempre será nadie?
Mis lágrimas lácteas, moqueando, y un tapón en la garganta descansaron en mis muslos y pensé, ¿Qué haré ahora con la fila de penas, grises y fríos, y llantos planeados, y noches sin lunas premeditadas,  despedidas sin despedida, cuando forcejear con el llanto es un encuentro de niñas tristes que juegan al pilla-pilla, dando ventaja a la vida…si nunca ganas la partida?
Él, tan dolorosamente cierto,  salió detrás de la columna. Tomando mi mano en su mano y en la otra el salero, con su “vamos” bajo el brazo, dijo que dijera a la vida, Chica, tú no podrás conmigo y tampoco tus murmullos. No te hagas la valiente, ni te creas la fuerte entre todas las fuertes, que cuando a la pena  se le hace cosquillas, explota en tu cara a cara y siempre pierdes la partida. Hazlo así y verás lo que es vida.
Ahora ya no compro anti ojeras, ni recuerdo la última vez que lo hiciera. Canto por soleares, flamenco, isas, boleros, y no me duele la de El día que me quieras. A rato me muerdo las uñas y nos besamos como se come un buen yogurt que lames hasta la tapa. En la nevera tengo lunas y unicornios y algún que otro arcoíris combinado. Compro sal premeditada, y los polvos…bueno…los polvos…
A lo que iba; adoro rodear columnas mientras jugamos al pilla-pilla,  y me dice “vamos”  y, claro, me voy, porque él me deslumbra y me celebra, indicándome el camino de baldosas amarillas.



viernes, 5 de julio de 2019

"B"


¡Qué triste es sentir!... y escribir y escribir desde mi alma a tus palabras, que jamás seré para ti ni la apta ni la apropiada. Mi corazón se ha dormido, se escurre de mi cabeza a mi boca. No me llenan las caricias, ni nuestras horas locas ni siquiera tus miradas. No sé si la inteligencia elige, porque este corazón se ha rendido de mi boca a mi garganta. Las instrucciones para quedarme o irme son las mismas y muy claras; llora a escondidas, no vuelvas a decir una palabra y no olvides que la soledad es lo primero y ya estabas acostumbrada. No me sirven los te quiero que a besos mil veces callas. Llora mi corazón de mi garganta a mi pecho, de mis costillas al alma. Siempre seré tu plan B, solo por si el A te falla.