Yo, elegí el vicio de su boca -y porque el mundo me ha hecho
así-, me tocó perderme en su silencio y
ser ñoña al escribir. Vulgar al besarle. Estúpida al nombrarle. Valiente al
amarle. Zorra al hacerlo. Astuta jugando
a olvidarle.
Él, era tan tanto; para quererle, para cuidarlo y mimarlo. Tan
frío. Tan suyo. Tan piedra.
Yo, -que estuve ahí-, no volveré -a sentirme así-, con
alguien tan perfecto… como innecesario.
Obra: Remedios Varo
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