sábado, 25 de enero de 2020

Nos(otros)

Me ha dado un ataque incontrolable de risa al regresar a aquello que llamé casa….una risa como la del payaso de Solís se repite como un eco.
No recuerdo en qué momento pasamos de la locura de amarnos a quemarropa, de importarnos una mierda arrugar las sábanas, a la tortura de besarnos mientras tú me peinabas con tus dedos las cejas y yo doblaba mis calzoncillos con prudencia para que no se me cortara el rollo. Adorabas mi desorden para poder ordenar y yo comencé a odiar tu orden porque se disfrazó de una cuesta arriba constante que me llevaba abajo, a lo más bajo. Nunca fuimos almas gemelas, pero si polos opuestos y esa fue nuestra apuesta por este matrimonio que llevo años intentando abandonar, pero siempre hay algo que me lo impide. La hipoteca por una parte. El hecho de que solo yo traiga el dinero a esta casa de muñecas en que has convertido nuestro precioso e impoluto hogar. La tienda de muebles, a la que le debemos aún el sofá donde nunca echamos una siesta, y mucho menos un polvo, y la mesita de centro llena de posa-vasos, además del televisor último modelo con un mando a distancia cubierto aún con el plástico para que no se ensucie con mis peludas manos. Creo que si la policía viniera no encontraría jamás una huella dactilar. Siempre me sentí en nuestra casa como un elefante en una tienda de porcelanas. Torpe, desordenado, para definirme decías “sucio” y eso me humillaba.
La que se va a armar cuando regreses o acaso estabas ahí cuando todo se derrumbó.



Miedo


Nuevo Reto: El texto de esta semana debe contener las palabras Esperpento, Plenilunio, Sombras, Mantequilla...


En un país muy, muy,  cercano, vivía muy feliz un pequeño miedo muy juguetón que estaba deseando crecer y saber a cuál de los dos ejércitos iba a pertenecer en el reino del Miedo al Miedo.  Debía esperar al plenilunio para pasar una prueba, pero era muy ansioso, y un día, jugando  al pilla-pilla, quiso hacerse notar asustando a un niño. Pero el niño le giñó un ojito diciendo, Los monstruos son divertidos.
El miedo, con cara de espanto, salió corriendo y asustado en un rincón comenzó a llorar.
El rey del Miedo al Miedo se enteró de lo sucedido y convocó la noche del plenilunio a sus dos ejércitos. Éstos, llegaron de todos los reinos, imperios, aldeas y rincones del mundo. Todos hablaban el mismo idioma.
A su izquierda se formó un pelotón pequeño y potente de soldados armados hasta las cejas con sus poderosas armas. Ataviados con unas espesas capas negras esperaron en silencio. Eran altos, fuertes, fríos. Tenían una mirada veraz… profunda, y si los observabas detenidamente se escuchaba su chirrear de dientes sin mover sus bocas. Su presencia te paralizaba. Olían a miedo.
A su derecha, se formó el otro ejército; millones y millones de soldados se iban formando perdiendo su número en la fila hasta rozar el horizonte de la obscuridad. Eran de todos los tamaños, algunos fuertes, otros no tanto. Tibios y sonrientes. Algunos casi indescriptibles; una especie de ridículo esperpento. Tenían las caras pintadas de blanco, y en lugar de armas llevaban lápices de colores. Olían a mantequilla.

Un golpe seco contra en suelo ordenó el silencio. De las sombras del ejército pequeño surgió La Guadaña que llevaba al pequeño miedo por una oreja.
-Mi lord –dijo La Muerte  soltando al pequeño de rodillas ante el rey, y tras una leve caricia por la mejilla del pequeño dio un paso atrás.
- Te atreves… siendo… tan… pequeño… a desafiarme  –tronó la voz del rey-. Tú solo te has condenado.
El rey del Miedo al Miedo sacó de su bolsillo unos lápices de colores  obligando al pequeño miedo a tomarlos entre sus manos temblorosas.
 El imponente ejército,  golpeó el suelo con un solo paso de formación en dos  filas; un pasillo exacto por el que el rey se alejó en procesión. Tras él, iba la fría Muerte.
 Entonces, aquel miedito secó sus lágrimas. Tomó un lápiz blanco y pintó toda su cara. Con el rojo la nariz, y con el azul una sonrisa de oreja a oreja. El gran ejército de  payasos rompió la fila, y despeinándolo, abrazándolo y haciéndole cosquillas, le dio la bienvenida.

viernes, 24 de enero de 2020

A la hora en punto.




Después de su atracón matutino de lágrimas con leche, salió sin rumbo como cada mañana y terminó en la Calle Triana. El olor a tortilla, café y rancho, recorría las calles. -Poco se habla de ellas, las cocineras de nuestro mundo siempre pendientes de que todo esté a la hora en punto, a las que no se les da jamás las gracias aunque rebañes el plato, y poco o nada se hablará de mí y de mis noches pegado a una botella llorando a un portarretrato vacío -dijo. Recordó la Vía Diano Manira al mirar los baldosines y la vía láctea empañó sus ojos cara abajo. Pronunciar su nombre provocaba dolor. -Me lo voy a prohibir -dijo.
Miraba los escaparates sin percatarse de nada en concreto, pero imaginaba que antes de ella, aquel comercio vendía colmillos de elefante, caracolas, telas de la India y recordó que alguien le dijo que un domingo se abrió para una reina que no compró nada. Continuó su camino. La tremenda pompa de jabón le cayó encima y reaccionó como si por mandato divino alguien le dijera << ¡Ciao!>>. Al ver aquella sonrisa que pedía mil disculpas, fue más consciente que nunca de que todos los caminos conducen a Roma, pero el destino le esperaba en Triana. Ella disparó su cámara inmortalizándolo para siempre; ridículo, empapado, con cara de circunstancias y conteniendo una sonrisa. Desde entonces es payaso y poeta y Roma y romántico y Triana y títere…y feliz, porque ese día fue el comienzo del fin, y sabe que hay finales que merecen la pena, sobre todo, cuando te han roto tantísimas veces las cosquillas, y principios que te quitan la botella cuando estás al borde del acantilado.

lunes, 20 de enero de 2020

Tiempo carnal.


Este año me presento a Reina del Carnaval. Cuando se lo dije a mi novio creo que no le hizo mucha gracia. No sé… llámalo intuición, llámalo la cara que puso o llámalo que se tiró al suelo a desmoñarse cuando me comparó con el resto de las participantes. No sé. Pero ahí estaría yo representando al C.C. Las Cacharras vestida de cocotero y llena de purpurina hasta donde una no debería tener purpurina. Les cuento:
La cosa comenzó un año antes cuando en una fracción de segundo me vi envuelta en este lío. Un grupo de hombres adictos a las revistas de moda, esas en las que una chica de veinte anuncia cremas anti arrugas, intentaron embutirme en su diseño y al tomar medidas decidieron que tenía una pierna más larga que la otra. Para colmo pretendían ponerme un sujetador tres tallas menos, ya que cada seno sería medio coco. ¿Y la tanga? ¡La madre que los parió! Otro problema fue explicarle a esta gente que existen bragas normales, pero no me entendieron. Después de las medidas me dieron una dirección para que fuera a depilarme. ¡Coño! Sin comentarios. ¿Cómo que sin comentarios? Creo que lloré más que nunca en mi vida, es más, creo que “nadie” ha llorado tanto en su vida. Aún me da sentimiento recordarlo (dios bendiga al que inventó la maquinilla de afeitar). La tabla de calorías no tenía desperdicio, o sea, que no había por donde cogerla y ya puestos me dieron otra tabla de ejercicios diarios para los días que no podía ir al gimnasio porque me tocaba currar, además me regalaron una báscula la cual me tiene cariño ya que me da puntos por todo una vez por semana. Claro que la idea es que cargue con una palmera cocotera de cuatro metros de altura y arrastre con los tobillos una isla con dos gaviotas y cuatro piedras, además de quitar la chicha que llevo sobre la cintura y que se instale debajo de mis pulmones. No sé si ganaré. Pero estoy deseando que llegue el día, demostrarle a mi novio que sí que puedo tras perder veinte kilos, y que se me pase la gastroenteritis, ya crónica, de irme por la pata abajo, vamos, que tengo desde que comenzó todo esto.





sábado, 18 de enero de 2020

Por si acaso


Me dije <<voy a probar a ver qué pasa>>…y pasó. Apunta adonde duele, que todo estará bien ya ha sucedido.
Si no pudiste ir por el motivo que fuera. Por cosas que dirás que no me interesan. Si no te enteraste. Si eftabas balo y con bocos. Si no te dio la gana. Si te apetecía pero no pudo ser, o si lo quieres volver a ver, Bregando tv estuvo ahí dándolo todo, y lo captó para que lo puedas disfrutar.                  https://www.youtube.com/watch?v=B0C9TPCBdfQ&feature=share&fbclid=IwAR2PrRcRD4jjkpXfNyz67pCDj1iMfJVCzUB9B2xjjXXq2kiuldyfrUigPjo   

domingo, 12 de enero de 2020

Esta chiquilla...


Yo no sé qué le pasa a esta chica que ha dado cuarenta y nueve vueltas al sol, aunque protesta por haber dado una sola a la luna y dice que no se marea. Cubierta de la cabeza a los pies de ilusiones mientras la vida le va pasando cuentas. Echando alcohol en las heridas por si lo que pica sana. Llevando su vida al límite que nunca encuentra. Enfangada de deseos, intentado enamorar a esa boca con sabor a galletas. Suspendiendo como la que tiene en su poder el libro por excelencia del arte de esculpir de los pies a la cabeza, o el manual de la suerte de seducir,  no caer,  levantarse, de sonreír a su modo y escribir poesía del revés, llorando de alegría cada día por última vez. Pero qué estará pensando esta chiquilla de dieciocho más treinta, saludando a los borrachos que como estatuas celosas se la quedan mirando cómo contonea sus esperanzas, con poco en los bolsillos, un lápiz y una libreta. Fuerte boba…

sábado, 11 de enero de 2020

O,3


–Creí que tenía más. ¿Cuánto me queda? –dijo ella con un leve suspiro. Pero él no respondió–.Qué ruido tan terrible es el silencio –Continuó hablando mientras se colocaba la mascarilla en la cara intentando recordar cuándo enfermó.
–Te la puedes quitar –dijo el Tiempo quitándole el suero y colocándole una tirita en aquel brazo lleno de agujeros mirando el reloj.
De pronto, unos ojos amarillos brillaron en la oscuridad y el Tiempo se concedió una leve pausa para mirarla por última vez. Ella, con el corazón hecho una bola de ozono se fue…destruyendo.

miércoles, 8 de enero de 2020

Trágame Tierra


Hoy no me apetecía escuchar a un extraño contarme sus batallas. Tenía ganas de que me tragara la tierra. Ellos suelen comenzar diciendo que este país se va al carajo, ellas que si hace frío o calor. No me quedó otra que escuchar el proceso de operación de su rodilla y sus caderas y cómo se habían convertido en un oráculo del clima. Bajamos en la misma parada. No dejaba de hablar y hablar cuando de repente me invita a un café y yo me invento una sonrisa agradecida mezclada con la excusa de la prisa para zafarme de aquella cotorra.
Al despedirnos me dijo que daba igual el tiempo y el dolor de su rodilla y su cadera. Lo que no soportaba era lo de su hija, en Galicia, e imaginar cómo pudo aquel malnacido encender el mechero tras rociarla con gasolina.
Jamás un café me supo tan amargo y sí, el tiempo está loco y yo me siento demasiado pequeña para que la tierra se entretenga en tragarme.

domingo, 5 de enero de 2020

Magia


-Es el primer año que me dejan salir al reparto. -Esto no es una pantomima -me dijeron cuando ya había cargado todo el material por mi exabrupto comentario. No volverá a pasar-.
–Tienes que ser serio, es muy importante que repases la lista y dejes en cada zapato su pedido no sin antes asegurarte que es bien merecida la entrega.
<<Será como repartir tomates>> pensé, pero estos tipos leen hasta el pensamiento y me miraron serios con esa mirada que solo los padres son capaces de desarrollar tras años de experiencia.
Me habían contado el por qué se repartía a escondidas mientras todos duermen y me pareció la noche más linda y mágica de todo el año. Así que comencé a currar con ilusión. Tomé la lista y el mapa. Primera parada y no hay zapatos <<malamente empezamos>> Busqué como loco los zapatos y volví a mirar la lista, y la hora, tenía claro que no podía entretenerme y pasé al siguiente pedido. Repartí durante toda la noche y dejé todo en orden, pero me mortificaba no haber dejado nada en la primera dirección. Con el pedido en el saco me senté a tomar un poco de leche en la última casa y volví a leer detenidamente la carta mirando de reojo el regalo envuelto tal cual se había solicitado, explícitamente envuelto y con un lazo rojo…

“Querido Reyes Magos:
Este año no he dejado zapato. Ya son años que les espero y si bien no siempre me han traído lo que he pedido, sí que he quedado satisfecha. Me temo que me hice mayor, lo siento de veras, no fue a posta.
Este año solo quiero una cosa; un abrazo. Siento que lo que más se necesita son abrazos, lo sé porque yo quiero uno, más que sea uno, envuelto en un lazo rojo para que se vea bien claro, metido en una caja tan grande como intenso sea, empaquetado de tal manera que jamás sufra daño alguno, con un termostato que se regule solo según la estación o la emoción, que alimente cualquier sensación o resquicio de soledad, que quite las penas aunque te haga llorar. Que haga cosquillas, que ayude a dormir y dé ganas de despertar.

Un abrazo.”
Nadie me advirtió que los mayores ya no dejan sus zapatos. Eso lo supe a la mañana siguiente. Sin embargo, tomé la pequeña caja del lazo rojo en mis manos como pude, pesaba lo que no está escrito, y la dejé junto al bastón.

viernes, 3 de enero de 2020

2019, quedas despedido


<<Es costumbre despedir a la bestia como si de un héroe se tratara. Brindas salud ante todo, mientras el eco de la calderilla resuena en un bolsillo vacío. A las doce volverás a ser quien eras buscando la luz entre quimeras. Odias todas las cosas que se suspendieron por exceso de deseo. Puede que el destino sea una coartada sigilosa, la excusa perfecta de lo que nos depara. Ignoras el futuro y escoges el amor como alternativa>>.
-Estaba deseando verle desaparecer y que el verdugo cumpliera su cometido sin clemencia, sin compasión. Era culpable de toda crueldad y sonreía como un viejo e inocente anciano, desde los cuartos, recibiendo vítores como aquel Cesar de la era tardorrepublicana, y como Cesar iba a terminar. Recordado, repudiado, pero jamás olvidado, porque dejará fechas de no natos, finados y nuevos miembros de la sectaria enfermedad. Claro que nadie es consciente de que su sucesor, lleva su misma sangre.