Este año me presento
a Reina del Carnaval. Cuando se lo dije a mi novio creo que
no le hizo mucha gracia. No sé… llámalo intuición, llámalo la cara que puso o
llámalo que se tiró al suelo a desmoñarse cuando me comparó con el resto de las
participantes. No sé. Pero ahí estaría yo representando al C.C. Las Cacharras
vestida de cocotero y llena de purpurina hasta donde una no debería tener
purpurina. Les cuento:
La cosa comenzó un año antes cuando en una fracción
de segundo me vi envuelta en este lío. Un grupo de hombres adictos a las
revistas de moda, esas en las que una chica de veinte anuncia cremas anti
arrugas, intentaron embutirme en su diseño y al tomar medidas decidieron que
tenía una pierna más larga que la otra. Para colmo pretendían ponerme un
sujetador tres tallas menos, ya que cada seno sería medio coco. ¿Y la tanga?
¡La madre que los parió! Otro problema fue explicarle a esta gente que existen
bragas normales, pero no me entendieron. Después de las medidas me dieron una
dirección para que fuera a depilarme. ¡Coño! Sin comentarios. ¿Cómo que sin
comentarios? Creo que lloré más que nunca en mi vida, es más, creo que “nadie”
ha llorado tanto en su vida. Aún me da sentimiento recordarlo (dios bendiga al
que inventó la maquinilla de afeitar). La tabla de calorías no tenía
desperdicio, o sea, que no había por donde cogerla y ya puestos me dieron otra
tabla de ejercicios diarios para los días que no podía ir al gimnasio porque me
tocaba currar, además me regalaron una báscula la cual me tiene cariño ya que
me da puntos por todo una vez por semana. Claro que la idea es que cargue con
una palmera cocotera de cuatro metros de altura y arrastre con los tobillos una
isla con dos gaviotas y cuatro piedras, además de quitar la chicha que llevo
sobre la cintura y que se instale debajo de mis pulmones. No sé si ganaré. Pero
estoy deseando que llegue el día, demostrarle a mi novio que sí que puedo tras
perder veinte kilos, y que se me pase la gastroenteritis, ya crónica, de irme
por la pata abajo, vamos, que tengo desde que comenzó todo esto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario