Yo no sé qué le pasa a esta chica que ha dado cuarenta y
nueve vueltas al sol, aunque protesta por haber dado una sola a la luna y dice
que no se marea. Cubierta de la cabeza a los pies de ilusiones mientras la vida
le va pasando cuentas. Echando alcohol en las heridas por si lo que pica sana.
Llevando su vida al límite que nunca encuentra. Enfangada de deseos, intentado
enamorar a esa boca con sabor a galletas. Suspendiendo como la que tiene en su
poder el libro por excelencia del arte de esculpir de los pies a la cabeza, o el
manual de la suerte de seducir, no caer,
levantarse, de sonreír a su modo y
escribir poesía del revés, llorando de alegría cada día por última vez. Pero
qué estará pensando esta chiquilla de dieciocho más treinta, saludando a los
borrachos que como estatuas celosas se la quedan mirando cómo contonea sus
esperanzas, con poco en los bolsillos, un lápiz y una libreta. Fuerte boba…
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