jueves, 23 de julio de 2020

Pi

Sí, Pi tiene un valor de 3,14..., y la belleza está en el interior,o será que pienso lo que siento, No viene a cuento pero:
He terminado de hacer la talega de terciopelo negro. En cada puntada, empapada en lágrimas, me iba despidiendo de ti con firmeza, Se acabó el juego, así comenzaba mi carta, Cada vez que escribo me acuerdo de ti, así terminaba.
Mira que ya ocupabas en el ranking de mi Whatsapp el número 33 de la lista. Sí, los había contado. A las 03:03 de esta madrugada vuelves a ocupar el primero.
¿Quedamos?
Dame una hora.
Ok.
Me cabrea que me despiertes e ir conduciendo escuchando el mismo tema de Gonzalo. Son más de las 03:00, ¡Qué se habrá creído!
Toco a tu puerta y tú me tocas con la mirada. Deposito la bolsa de mis puntadas doloridas sobre tu mesa, escrutándola igual que la última vez; el mismo libro de juegos, un paquete de galletas que jamás son a nuestro gusto, dos copas besadas, una hasta el fin y otra con un cerco de carmín inacabada, y las colillas tibias, testigos de tu mala suerte porque, seguramente, alguien te ha jodido con un “No”.
Te acercas a esa distancia insoportable a la que se acercan los que jugamos con el amor y salimos perdiendo apretando una caricia. Y no hay libro que describa cómo salir ilesa de este juego que me hiere la sonrisa.
Lo hacemos. Despacio con mucha prisa. Como locos que devoran con la boca un huracán con presura, con un quejido que lo dice todo cegando todas mis dudas. Como animales a los que un simple rasguño les cambia toda la vida, con un rugido de tu aliento me puede(s) después de las 03:03 y lo que surja.
Más tarde mi coche se arranca: “Soy bellisimo”. Mi pie no suelta el embrague pensando en esa despedida; tu palmadita en mi espalda que ahoga mi plan malvado de llamarte Amor.
Noto la talega negra en mis muslos, empapada, No, no hay letras suficientes, pero deberían de existir.
Lo único que queda de mí, está en esa tu mesa; un cerco de intenciones saladas que cosí en cualquier momento intentado entender el por qué la tercera no es siempre la vencida por cada vez que lo intento, Será que una coma despliega el desfile de un sin salida. Y aunque a cuento no viene: será que la belleza de mi interior está totalmente rota un -3,141516… por dentro.

martes, 21 de julio de 2020

EL GOLPE NO ES LO QUE DUELE


¿Alguna vez lo hiciste?, –quererme digo-, con tu maravillosa declaración de intenciones al recorrer mis escotes diciendo, Calla, No te vistas así. Te quedarían mejor menos flores y ese verde cámbialo por gris, ¿Qué ola se atrevería contigo si te amo y bendigo, en las horas de luna de hiel?
Llenaste mi cuerpo de semáforos morados. Formaste un escándalo de tejados matando mis alas. Volabas en fuselaje entusiasmado. A mis hijos, los sentenciaste en otra dirección dejando estéril lo que ni disfrutaste a tu paso, arrancándome la piel para tu ego de un rato. Redoblaste mis esquinas en nombre de tu único y mísero nombre vendiendo sin farolas muerte en la vía recta. Aprendiste a no disculparte y culparme cada vez que las tormentas te alcanzaban. Olvidaste que lo imposible también es necesario…y ahora que ya es tarde, me toca recoger mis raíces. Tomar otro rumbo.
Me falta aire criatura Voraz y Veraz. Arma de destrucción invasiva. Naufrago, que esconde su basura por mi órbita.
Estoy a nada de sacudir tu rabia, placa a placa... de volver al desierto a llorar y llorar.
Puede que mi único defecto seas tú.
¿El golpe no es lo que duele? Dime:
¿Mereció la alegría?
¡Ay! Jamás negaré el breve vivir de los mortales. Cualquier martes a medio día.

miércoles, 15 de julio de 2020

Y duele el alma


Dicen que es del tamaño de un puño este músculo que duele, ¿Del puño de quién?
 Todas las veces me he convencido de que no cabe una más.  Intento acomodar cada herida en este pequeño corazón hecho a saber a qué medida. No recuerdo cuándo comenzaron mis latidos a organizar las despedidas, son tantas en tan poco tiempo, con ese desorden de prioridades que tiene la muerte dejándonos con el alma helada.
Me siento tan frágil que creo que si me dieran el abrazo que agasaja cada lágrima dolorida, y ahora se nos niega, me quebraría en mil pedazos. Mil, por decir una cifra, ya que todo se mide, se enumera, se encasilla, se calcula… La misma cantidad de heridas que forman todas las partidas a las que me enfrento con el puño cerrado, a corazón abierto.