miércoles, 15 de julio de 2020

Y duele el alma


Dicen que es del tamaño de un puño este músculo que duele, ¿Del puño de quién?
 Todas las veces me he convencido de que no cabe una más.  Intento acomodar cada herida en este pequeño corazón hecho a saber a qué medida. No recuerdo cuándo comenzaron mis latidos a organizar las despedidas, son tantas en tan poco tiempo, con ese desorden de prioridades que tiene la muerte dejándonos con el alma helada.
Me siento tan frágil que creo que si me dieran el abrazo que agasaja cada lágrima dolorida, y ahora se nos niega, me quebraría en mil pedazos. Mil, por decir una cifra, ya que todo se mide, se enumera, se encasilla, se calcula… La misma cantidad de heridas que forman todas las partidas a las que me enfrento con el puño cerrado, a corazón abierto.

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