domingo, 27 de enero de 2019

Miedo al miedo


Alguna vez te recordé pero no te eché lo suficiente de menos. Mira que el amor no revive a los muertos aunque te devuelva el eco y retumbe en un sentido único latiendo a tu lado.
Hay cosas que quiero que sepas; primero y por último, que he sido feliz sin ti. Que me he vuelto adicta a las metáforas y por lo que veo,  tú sigues siendo el Rey de las indirectas. Sobre ellas podría escribir cien vidas, como quiero hacerlo sobre tu pelo negro rayado por el tiempo, o esa seguridad que tienes  que me hace temblar cuando  me abrazas de la manera que he esperado siempre y todo hace clic en nuestra piel si yo  escribo en tus labios y tú me lees en la lengua. Solo tú has sabido que mi punto g está en el oído y yo que el tuyo está haciendo manitas con mis poemas justo ahí, entre tu espalda mi pared.
 Así que desde hoy me reto a que “si algo me da miedo lo haré con miedo” Tú me lo das, y aunque me tiembla el pulso donde me custodia el  eco, ni siquiera quiero disimularlo.




domingo, 13 de enero de 2019

Quién se atreve



Nunca aprendí a rendirme aunque otra cosa es estar rendida. Mira: deberías salir corriendo y no quedarte a correrte pensando que somos un para siempre que jamás se olvida.
 Cielo: no quieras que mi corazón vacío juegue a quererte, ya que nadie vendrá a salvarte sin hurgar antes donde más te dolía. Te advierto que no estoy ni preparada ni lista ni dispuesta. Pero, tú mismo. No olvides que un “pero” desmonta cualquier argumento, o perdón, o excusa que comience por lo siento, marcando una equis en cualquier vida. Lo siento -pero lo siento-, por dar un salto mortal y jugármela cuando la red es la herida.

viernes, 11 de enero de 2019

Odio

Odio los poemas de amor escritos en presente
siempre me encuentro en los pasados
llorando con los futuros tan ausentes.
Odio los poemas llenos de besos y caricias
 y ¡te quieros! y ¿me quieres?
Y odio ¡Odio! los poemas faltos de odio
tan llenos de esperanzas por si vuelves.   



domingo, 6 de enero de 2019

Reencuentro


¡Ay! Ya estoy acostumbrada a esas palabras. Será mejor comenzar de cero. Sí de cero. De cero porque ya no somos ni por asomo lo que fuimos y tendré que conocerte antes de que pases tu brazo por mi hombro y me susurres al oído <<Esta es la nuestra>>
 No volverás a conmoverme si me cuentas tus veinte primeros años, y ya no quiero saber qué paso todo este tiempo. Tendrás que hacerlo diciendo qué sientes cuando  pierdes la mirada en el lunar del final de mi escote y por qué te cuesta tanto fijar la vista en mis ojos para acabar en mis labios. Ya no soy la chica que bailaba en la pista observando cómo tu copa siempre llena se rodeaba de invitaciones de otras. Ni la que perseguías por los bares para luego terminar en la playa faltos de ropa. Como ya te digo, estoy acostumbrada a esas palabras llenas de mentiritas por si toca lo que toca. Por eso prefiero -y me gusta- empezar de cero.
Te lo pondré difícil que es como te gustaba y ahora a mí se me antoja.
 Ya que  regresas con la culpa entre los labios, prefiero esperar a que el primer beso sea en el bar de siempre y por una vez, puede que me acostumbre y nos tomemos juntos la siguiente.

sábado, 5 de enero de 2019

Bandera blanca


¿A qué lugar se vuelve cuando queda pendiente la herida?
¿Y cuándo se olvidó lo bueno para convertirse en mierda?
¿Por qué un <<te espero aquí>>  mira al suelo sin saber si alguien les cree o regresan?
¿Adónde va el amor a rendirse cuando  lo parten en dos enteros y a ninguno  les encajan las piezas?
¿En qué momento dos daños se convirtieron en extraños?
Una batalla de quieros les ganó la guerra perdida
y en la despedida
gritan sin ser escuchados
<<eres el amor de mi vida>>
quedando escrito en dos vulgares esquelas.



viernes, 4 de enero de 2019

Por la espalda



Primero me besó. Hacía semanas que no nos veíamos. 
No dejo de pensar en ese beso mientras observo mi escritorio con una tanda de libros pendientes de leer. La mujer de la portada me mira. Es tan bella. Parece que quiere decirme algo a pesar de su fragilidad y dulzura. Yo creo que es fuerte y que Alphonse Mucha, solo captó lo que idealizó, pero se perdió su esencia.
Se me acaba de caer el afilador -¡mierda!-
Me besó y me preguntó qué tal estaba. Yo no dejaba de pensar en todo lo que habíamos compartido él y yo, mientras tocaba en mi bolsillo el collar que me había regalado y ya tenía destino en La Puntilla; lejos, bien lejos y hasta el fondo, como hasta el fondo me dolió su traición. No dejaba de hablarme y darme explicaciones. Tiene gracia; te hacen daño y encima te lo explican.
Tengo que envolver los regalos de Navidad y apartar los que ya no entregaré. A saber qué coño haré con ellos. Buscaré en Internet que tiene respuestas para todo, incluso para eso de que más que decir hay que hacer.
El turrón me sabe amargo, ni recuerdo desde qué día está abierto, y ahora me amarga la respuesta que le dí; que, qué tal estaba; pues mira deseando llegar a casa y escribirle a Cupido una carta documento. Se va a cagar.
Luego se despidió con otro beso. Las dos aguantamos las lágrimas. Me dieron rabia las mías. Lo que no aguanté fue que me llamara amiga. ¡Amiga de qué!