Alguna vez te recordé pero no te eché lo suficiente de
menos. Mira que el amor no revive a los muertos aunque te devuelva el eco y
retumbe en un sentido único latiendo a tu lado.
Hay cosas que quiero que sepas; primero y por último, que he
sido feliz sin ti. Que me he vuelto adicta a las metáforas y por lo que veo, tú sigues siendo el Rey de las indirectas. Sobre
ellas podría escribir cien vidas, como quiero hacerlo sobre tu pelo negro
rayado por el tiempo, o esa seguridad que tienes que me hace temblar cuando me abrazas de la manera que he esperado
siempre y todo hace clic en nuestra piel si yo escribo en tus labios y tú me lees en la
lengua. Solo tú has sabido que mi punto g está en el oído y yo que el tuyo está
haciendo manitas con mis poemas justo ahí, entre tu espalda mi pared.
Así que desde hoy me
reto a que “si algo me da miedo lo haré con miedo” Tú me lo das, y aunque me tiembla
el pulso donde me custodia el eco, ni siquiera
quiero disimularlo.
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