Nunca aprendí a rendirme aunque otra cosa es estar rendida. Mira:
deberías salir corriendo y no quedarte a correrte pensando que somos un para
siempre que jamás se olvida.
Cielo: no quieras que
mi corazón vacío juegue a quererte, ya que nadie vendrá a salvarte sin hurgar
antes donde más te dolía. Te advierto que no estoy ni preparada ni lista ni
dispuesta. Pero, tú mismo. No olvides que un “pero” desmonta cualquier
argumento, o perdón, o excusa que comience por lo siento, marcando una equis en
cualquier vida. Lo siento -pero lo siento-, por dar un salto mortal y jugármela
cuando la red es la herida.
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