lunes, 19 de julio de 2021

FRANCAMENTE.


 Yo estaba dispuesta a matarte.

Hacerlo a besos y mordiscos.

Hacerlo de pie y en la cama.

A la mesa - y por qué no- desnuda o armada

  entre tu caza y mi rendición.

Dejé pistas en todos los rincones.

Yo misma llamaría a urgencias.

Y vas y me dices

que soy demasiado.

Desde ese entonces prefiero a la gente

que promete algo  que no puede cumplir. 

domingo, 18 de julio de 2021

A tu pregunta:


¿Por qué la gente está loca? Pues mira: nacen libres de prejuicios, pero horas más tarde los obligan a sonreír, a que se unan a la fiesta. Es la forma que tienen de aparentar felicidad. Y ponen un reloj a su lado. Luego aprenden a amarse como los aman los demás, y así les va; buscando la felicidad en los otros, tan egoístas como sí mismos. La libertad se convierte en un disfraz que te dice: cómo vestir, hablar, qué comer, qué te tiene que gustar… cómo actuar. Destruyen todo a su paso y no aceptan equivocarse. Riegan el Amor de miedo y a la Indiferencia la secan al sol –¡con la peste que da!-. Limpian sus culpas plantado un árbol después de haber arrasado un bosque. Luchan por sus derechos, pero no los ejercen –y mira que comprueban, genéticamente, que no nacen con el don de destrozar vidas-.
Y un día, después del duro trabajo, te das cuenta que te enseñaron a no ser capaz de hacerte cargo de tu propia vida. Pero no lo aprendiste. Observas tus manos, triste ser humano, desgastas las canas y deshaces los sueños, y te ves hablando solo con un árbol que creció libre y sin miedo, al borde de un abismo. Y entonces le preguntas que si la gente está loca.

Te recuerdo

Hoy me acordé de ti como todos los días. Aquel roce del sin querer para que jamás nuestros codos se separaran. Cuando sonreías y me descubrías mirando y yo esquivaba la cara pero nunca la mirada, que se quedaba clavada en tus infinitos ojos negros. Me gusta pensar en ti y en tus carcajadas contagiosas, en como de repente cambió tu cara para robarme ese primer beso que se repite en mis recuerdos, con los ojos cerrados y los brazos abiertos, a veces con pasión, y hoy ruego por compasión. Aún recorre mi cuerpo como un fuego que arde y no quema. Hoy tengo un Reto conjugado de esta manera «El tatuaje se deslizaba sobre su piel, retorciéndose y cambiando de forma...»; como el beso primero que no olvido, ni el siguiente ni el último, que recorre mi mente y consuela mi alma, recorriendo mis labios, secando mis lágrimas antes de tu temprana partida.

Teoría del Todo.

 



Qué ignorante creer que soy distinta si la premisa es que somos iguales (¿probable, posible?)

Cuando me partí la sesera contra la puerta grande me dije: bienvenida al mundo real, hemos llegado por fin a este extraño planeta que no toma en cuenta la cantidad de atardeceres y trata como enemigo al amor y todo lo demás como al mejor de los placeres.

Tampoco es para tanto (ahondo en la herida) será cuestión de suerte si mis ojos no andan con tantas ganas de verte.

Tampoco es tan tonto (supongo), Windows más o ventana menos, pensar que mandar a la humanidad a la porra por falta de tacto sea lo más sensato.

Es increíble que aun los pájaros me sigan mirando como si no me conocieran o que los perros pretendan una amistad (pienso ahora) y que ser “humano” siga siendo un halago o la excusa perfecta para eximirnos de una carga.

Estoy convencida (cotorra de mí) de que escribiendo me desnudo con mis mejores galas (aunque esté pasada de moda) y el alma se me sigue consumiendo en un ingrato pis pas.

Y puede, puede, puede, que algún día, después de tantas metas, resoplando una sonrisa, algún desconocido dolido me llame, como quien no quiere la cosa, al fin Casualidad.

Y así con la derrota entre mis manos culpando a este planeta por crear cosas maravillosas (el más certero motivo) mis letras resuciten de un campo malva por la puerta de atrás y el viaje mereciera la pena del Todo.