domingo, 22 de enero de 2017

Calcetines


Me he puesto un calcetín y el otro se ha quedado en mis manos no sé ni cuánto tiempo. Ahí estaba yo acariciando con los dedos ese calcetín verde como si fuera recíproca la sensación, con la mirada perdida. Miro el espejo del tocador también un buen rato; mi cara, una mueca, niego con la cabeza, inflo mis cachetes, el absurdo tiempo perdido pensando en ti, como si fuera recíproco, sí, la sensación. 
¡Que comience el día! Hoy toca de verde.


miércoles, 11 de enero de 2017

¡CUÁNTO!


Sobresalto  en la noche.
Escuché el llanto de un niño.
Dos amantes de dos camas.
El grito de un velatorio
durante la madrugada.
Brilló la luz del mechero
de quien juega entre las sabanas.
Mi respiración pausada 
por miedo a ser traicionada.
Ladró un perro ¡maldita sea!
que a mis tacones delataba
y al que compra en una esquina
saludando a las fulanas.
-¡Cuánto! -gritó desde el coche.
¡Corre,corre, corre! No pares hasta llegar a casa.

lunes, 9 de enero de 2017

Envidiable

Hace unos días me encontré con alguien que marcó mi infancia. No la reconocí ni fijándome en sus ojos. Por más que la miraba mientras decía -¡Pero si eres la misma! No has cambiado -no encontré ni un solo rasgo de la reina de las fiestas del barrio…
…Por el contrario fui la última de la fila para no tapar a los demás en las fotos. Todos gritaban: <¡Ahí viene ella!>, y salían corriendo felices a esconderse sin darse cuenta del daño que eso me ocasionaba. Con el andar del tiempo mis amigos comenzaron a ser solo hombres mayores que yo y eso causó envidias, sobre todo en las chicas diez de la época. Se preguntaban cómo era posible que alguien como yo, que no vestía a la moda y no daba la talla, porque la superaba en todas las dimensiones en su, super/mega/pop, sistema métrico decimal, pudiera estar rodeada de los chicos por los que ellas babeaban y para los que empleaban sus mejores armas en su afán de cazarlos. Ellos apreciaban mi compañía, las horas de charlas, las letras, mi guitarra y sobre todo mi niñez.

Pasaron los años para todos. Unos calvos, otras con sobrepeso y yo, que acostumbrada a no pasar horas ante el espejo me siento genial, acepto los cambios,  agarro todos los días mis complejos y los saco a la calle porque sé que nadie se volteará para ver mi cuerpo, a traición, y es algo que agradezco, pero sí que se quedará cuando sienta quien soy realmente; aquella a la que muchos temían.

domingo, 8 de enero de 2017

Por un café.



La primera vez nos miramos sin vernos o eso pensé, porque en aquel lugar centenario volvió a mirarme e hizo detener mis ojos que no han regresado desde entonces. Todas las demás no he podido atreverme a pasar de sus manos o su boca, y da igual que planee enfrentarme a sus ojos; ese color café con brillo aterciopelado de hombre. Nunca sé qué pasará ni adonde miraré. Solo quiero que pase. 

viernes, 6 de enero de 2017

Soledades

Desperté en la noche con la sensación de haber dormido demasiadas horas. ¡Faltaba tanto para amanecer!  Las lágrimas brotaron. Quizá fue una pesadilla y ya la había olvidado. Dolía. Encendí la luz. La apagué, dispuesta a dormir, pero el frío en mis manos y pies no eran buena compañía, solo soy buena compañía en verano. Cerré los ojos temblando y te vi. Ya no recordaba esa sensación, eso de no estar sola. Entonces ardió mi habitación a la temperatura que desprendes cuando es endiabladamente insoportable tenerte tan cerca.


miércoles, 4 de enero de 2017

Esas sombras

No pensé odiar la luz, ni tantas transparencias.
 Yo, de piel tostada, salada.
Soldado de oscuridades marinas.
Confinada en la costa.
Tanta luz no me deja ver tus ojos.
 No puedo leer tus labios.
Esas que  te rodean torturan mis sombras.
Me acorralan.
Te endiosan.
¡Tengo un plan! ¡Sí!
Llevarte a esa orilla, si te atreves, y  robarte un beso.

Sin importarme jamás las consecuencias.



Rosy Robayna C. (04/01/2017)

martes, 3 de enero de 2017

Doquiera que esté Mi memoria.

Canté el arrorró y tantas otras nanas. “Yo vi llorar a dios” y “Las penas del alma”. También canté al amor y “Por qué te fuiste pa” Inventé aquel “Manos de muñeca” que aún suena en la niña que llevo dentro. Boleros, folías, derrotas. “Qué cantan los poetas”. Mercedes Sosa, Pablo Milanes, Pimpinela, sí a ellos también. Escuché a Tchaikovki, Lizst, Mozart, Zimer, Zamfir, Cortazar, una lista casi infinita. Fui perdiendo el sentido, pero quedaron en mi memoria grabados por siempre. Lo sé, estoy segura, están ahí. Cada guitarra, violín, percusión, viento, todo, está ahí. A veces me revuelve la sangre escuchar nuevamente y ser  tan consciente. No los alcanzo. Se perdieron para siempre y solo queda el eco de los sonidos del fondo del mar cuando aguantas la respiración; a veces un placer, otras una tortura. Hace años dije; para lo que hay que oír, de un modo desenfadado e irónico, por poco hasta me convenzo de ello, pero no es cierto, no se acostumbra una. Agradezco tener memoria y la fortuna de poder escuchar a cada rato sin que suene la música. Como ahora.