Canté
el arrorró y tantas otras nanas. “Yo vi llorar a dios” y “Las penas del alma”. También
canté al amor y “Por qué te fuiste pa” Inventé aquel “Manos de muñeca” que aún
suena en la niña que llevo dentro. Boleros, folías, derrotas. “Qué cantan los
poetas”. Mercedes Sosa, Pablo Milanes, Pimpinela, sí a ellos también. Escuché a
Tchaikovki, Lizst, Mozart, Zimer, Zamfir, Cortazar, una lista casi infinita. Fui
perdiendo el sentido, pero quedaron en mi memoria grabados por siempre. Lo sé,
estoy segura, están ahí. Cada guitarra, violín, percusión, viento, todo, está
ahí. A veces me revuelve la sangre escuchar nuevamente y ser tan consciente. No los alcanzo. Se perdieron para
siempre y solo queda el eco de los sonidos del fondo del mar cuando aguantas la
respiración; a veces un placer, otras una tortura. Hace años dije; para lo que
hay que oír, de un modo desenfadado e irónico, por poco hasta me convenzo
de ello, pero no es cierto, no se acostumbra una. Agradezco tener memoria y la
fortuna de poder escuchar a cada rato sin que suene la música. Como ahora.
Todo un don que lleva consigo la gratitud personal a la vida
ResponderEliminarCierto. Quien no escuchó nunca ya se sabe...Gracias amigo!
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