martes, 3 de enero de 2017

Doquiera que esté Mi memoria.

Canté el arrorró y tantas otras nanas. “Yo vi llorar a dios” y “Las penas del alma”. También canté al amor y “Por qué te fuiste pa” Inventé aquel “Manos de muñeca” que aún suena en la niña que llevo dentro. Boleros, folías, derrotas. “Qué cantan los poetas”. Mercedes Sosa, Pablo Milanes, Pimpinela, sí a ellos también. Escuché a Tchaikovki, Lizst, Mozart, Zimer, Zamfir, Cortazar, una lista casi infinita. Fui perdiendo el sentido, pero quedaron en mi memoria grabados por siempre. Lo sé, estoy segura, están ahí. Cada guitarra, violín, percusión, viento, todo, está ahí. A veces me revuelve la sangre escuchar nuevamente y ser  tan consciente. No los alcanzo. Se perdieron para siempre y solo queda el eco de los sonidos del fondo del mar cuando aguantas la respiración; a veces un placer, otras una tortura. Hace años dije; para lo que hay que oír, de un modo desenfadado e irónico, por poco hasta me convenzo de ello, pero no es cierto, no se acostumbra una. Agradezco tener memoria y la fortuna de poder escuchar a cada rato sin que suene la música. Como ahora.


2 comentarios:

  1. Todo un don que lleva consigo la gratitud personal a la vida

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    1. Cierto. Quien no escuchó nunca ya se sabe...Gracias amigo!

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