Me he puesto un calcetín y el otro se ha quedado en mis
manos no sé ni cuánto tiempo. Ahí estaba yo acariciando con los dedos ese
calcetín verde como si fuera recíproca la sensación, con la mirada perdida. Miro el espejo del tocador también un
buen rato; mi cara, una mueca, niego con la cabeza, inflo mis cachetes, el absurdo tiempo perdido pensando en ti, como si fuera recíproco, sí, la sensación.
¡Que
comience el día! Hoy toca de verde.
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