Las luces y las guirnaldas van a juego con el color de mi
coche. Pitazo de esto arranca. Piso y ¡ea!: introduzco la moneda de plástico y
marcha atrás comienzo a deslizarme por la calzada de mentiritas arriesgando mi
amor propio y mi ego –malamente empezamos-.
Por más que quiero ir
adelante no hay forma: así me doy el primer guarrazo y me muerdo la lengua que
ya sabe a plasma. Lo que duele... el orgullo. La música viene a huevo “Borruiquito
como tú”, ¡TACA TA! y “Amigos para siempre –requete-Mix de Los Manolos”, que de
paso me enseñan inglés. De repente un tipo camina por la pista como Jesús sobre
las aguas; ni un roce. Yo a punto de infarto sigo marcha atrás tropezando con
todo quisqui, recibiendo todo tipo de halagos, pero en sentido contrario. De
divertido no tiene nada, y mi corazón tiene la perreta de que le envíe más
oxígeno.
Suena el claxon como
un ladrido amenazante tipo, Esto se termina y tienes cero coma, para salir,
cambiar de coche, poner la moneda y arrancar. Rumba total 2: ¡Temazo! Así lo hago
mientras el ladrido suena y la música tartamudea “Volando voy volando vengo” y
yo tengo la paranoia de que en cualquier momento voy a salir disparada a
cualquier parte: quieta, esto no arranca, mi coche ha pasado a mejor vida (o
algo) Miro a la cabina haciendo señas al feriante, un tipo flaco con más bigote
que cara, para que me empuje y poder disfrutar un poco. Nai na nai, me está
tocando la moral. <<Si los jodidos coches llegan a tener ventanilla
alguien sacaría todo su cuerpo por ella para insultar a mi madre, pero no: aquí
todo es a pelo y soy la diana de estos locos del volante con cara de rabia y
velocidad…y malicia (coño). Pero ni un viento harto de añoranza. Pi un huracán
mueven el dichoso cochecito. Pum catapum chin pum y ya me estoy cabreando.
El flaco, sin mirarme
ni una sola vez, se acerca, se sube a mi coche, se desliza por el único palo
mayor y cambia la banderita ¡Olé sus bigotes! Mi coche comienza a moverse al
fin al grito del ladrido y mi borde a la fatiga cuando decido cambiar de coche:
amarillo, como el tractor que se lleva ahora.
Embestida de todos contra huno -adivina quién es Atila- y ni el tractor puede con esto oiga, porque
aquí hay más tráfico que metros cuadrados y a mí me toco en la china. Toy
atacá. Sueño contigo qué me has dado y yo aquí: ni palante ni patrás, mientras todos gritan y se descojonan a costa
de mi mala racha. ¡Yo me marcho!: ¡Oooh pispito! Cuando pongo el pie en la
pista para salir me hago la ciega -y que Dios me asista- hasta alcanzar la
orilla, y todo arranca en perfecta armonía, y a mí no me quedan fichas. Grito intentando controlar mi mala baba, pero
no consigo agarrar a la macarra que llevo dentro, ¡Por poco me atropellan,
manada de brutos! (Escribo “brutos” por respeto a las monjitas que se levantan cada
día a laudes a las cinco y limpian el
colegio, como putas por rastrojo, antes de darme mis clases de EGB…Eso se los
cuento otro día)
Me alejo cabizbaja escuchando cómo grita el de la tómbola adentrándome
en el puesto de tiro pidiendo una escopeta, Deme cinco duros de balines…por-fa-vor!
Rumba total 2, se mezcla con la promoción en pasarela de La Chochona y la
Repollo. Apunto y ¡zas!, palillo pal carajo, ¡ja! La Chochona es mía.