jueves, 18 de febrero de 2021

Aserrín

Amó la belleza y la juventud, mas yo lo sabía. Fui su maniquí; un escaparate que lucir entre tantos menganos envidiosos de su posesión. Siempre esperanzada de que algún día me quisiera. Sabía que tarde o temprano, este su maniquí, no le sería suficiente, en realidad jamás amó mi interior. Le entregué mi juventud y donde sonaba cruel yo hice sonar tambores, platillos, bongos, reanimando sus recaídas y tomas falsas. Ahora me siento como una hermosa manzana que partes y está podrida por dentro de tanto manoseo o golpe, y ya se sabe qué se hace tras partirla ¿verdad? Él me amó sí, a su maldita manera; como la carcoma a la madera.

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