Dicen que mujer precavida, sale con dos. Pero en un corazón que ama no se aman dos batallas. Te abrazo como a un osito de peluche y tú te devuelves como una mantita recién sacada de la secadora. Cuántas veces tendré que repetirte que me quieras: “No hay alma que no llore por tu ausencia… Y al ver que tú por nadie te interesas, todos cautivos a tus plantas caen”
¡Mira que eres testarudo!, y yo quiero que me quieras así; sin más, porque yo lo digo, porque te lo dicen mis palabras, mi lengua –corporal- y eso que despierta a esta perra cuando estás a mano, que no se sabe de dónde sale, pero se entiende. Sin embargo no me haces maldito caso. Como tampoco lo hacen las uvas que celebran cada final. Así que por mucho que ladre esta perra: cambio de planes y que sea lo que dios pretenda. Y si muerta la perra se acaban las ganas: a partir de ahora quieras o no quieras te voy a querer yo, -¡acabáramos! garabato de mis dilemas-, como la carcoma a la madera o como se quiere a cualquier lunes por la mañana aunque sea fiesta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario