lunes, 19 de abril de 2021

Los cochitos

 


Las luces y las guirnaldas van a juego con el color de mi coche. Pitazo de esto arranca. Piso y ¡ea!: introduzco la moneda de plástico y marcha atrás comienzo a deslizarme por la calzada de mentiritas arriesgando mi amor propio y mi ego –malamente empezamos-.

 Por más que quiero ir adelante no hay forma: así me doy el primer guarrazo y me muerdo la lengua que ya sabe a plasma. Lo que duele... el orgullo. La música viene a huevo “Borruiquito como tú”, ¡TACA TA! y “Amigos para siempre –requete-Mix de Los Manolos”, que de paso me enseñan inglés. De repente un tipo camina por la pista como Jesús sobre las aguas; ni un roce. Yo a punto de infarto sigo marcha atrás tropezando con todo quisqui,  recibiendo todo tipo de halagos, pero en sentido contrario. De divertido no tiene nada, y mi corazón tiene la perreta de que le envíe más oxígeno.

 Suena el claxon como un ladrido amenazante tipo, Esto se termina y tienes cero coma, para salir, cambiar de coche, poner la moneda y arrancar. Rumba total 2: ¡Temazo! Así lo hago mientras el ladrido suena y la música tartamudea “Volando voy volando vengo” y yo tengo la paranoia de que en cualquier momento voy a salir disparada a cualquier parte: quieta, esto no arranca, mi coche ha pasado a mejor vida (o algo) Miro a la cabina haciendo señas al feriante, un tipo flaco con más bigote que cara, para que me empuje y poder disfrutar un poco. Nai na nai, me está tocando la moral. <<Si los jodidos coches llegan a tener ventanilla alguien sacaría todo su cuerpo por ella para insultar a mi madre, pero no: aquí todo es a pelo y soy la diana de estos locos del volante con cara de rabia y velocidad…y malicia (coño). Pero ni un viento harto de añoranza. Pi un huracán mueven el dichoso cochecito. Pum catapum chin pum y ya me estoy cabreando.

 El flaco, sin mirarme ni una sola vez, se acerca, se sube a mi coche, se desliza por el único palo mayor y cambia la banderita ¡Olé sus bigotes! Mi coche comienza a moverse al fin al grito del ladrido y mi borde a la fatiga cuando decido cambiar de coche: amarillo, como el tractor que se lleva ahora.  Embestida de todos contra huno -adivina quién es Atila-  y ni el tractor puede con esto oiga, porque aquí hay más tráfico que metros cuadrados y a mí me toco en la china. Toy atacá. Sueño contigo qué me has dado y yo aquí: ni palante ni patrás,  mientras todos gritan y se descojonan a costa de mi mala racha. ¡Yo me marcho!: ¡Oooh pispito! Cuando pongo el pie en la pista para salir me hago la ciega -y que Dios me asista- hasta alcanzar la orilla, y todo arranca en perfecta armonía, y a mí no me quedan fichas.  Grito intentando controlar mi mala baba, pero no consigo agarrar a la macarra que llevo dentro, ¡Por poco me atropellan, manada de brutos! (Escribo “brutos” por respeto a las monjitas que se levantan cada día a  laudes a las cinco y limpian el colegio, como putas por rastrojo, antes de darme mis clases de EGB…Eso se los cuento otro día)

 

Me alejo cabizbaja escuchando cómo grita el de la tómbola adentrándome en el puesto de tiro pidiendo una escopeta, Deme cinco duros de balines…por-fa-vor! Rumba total 2, se mezcla con la promoción en pasarela de La Chochona y la Repollo. Apunto y ¡zas!, palillo pal carajo, ¡ja! La Chochona es mía.

 

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