¡Qué triste es sentir!... y escribir y escribir desde mi alma a tus palabras, que jamás seré para ti ni la apta ni la apropiada. Mi corazón se ha dormido, se escurre de mi cabeza a mi boca. No me llenan las caricias, ni nuestras horas locas ni siquiera tus miradas. No sé si la inteligencia elige, porque este corazón se ha rendido de mi boca a mi garganta. Las instrucciones para quedarme o irme son las mismas y muy claras; llora a escondidas, no vuelvas a decir una palabra y no olvides que la soledad es lo primero y ya estabas acostumbrada. No me sirven los te quiero que a besos mil veces callas. Llora mi corazón de mi garganta a mi pecho, de mis costillas al alma. Siempre seré tu plan B, solo por si el A te falla.
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