domingo, 30 de junio de 2019

Un celo a la izquierda.


Es que rebosa más de lo que mis ojos pueden aguantar, y mi mayor miedo es no tener miedo desde entonces. Su hilera de dientes pronunció mi nombre. Claro que me llamó; ¿Alguna vez lo has hecho mientras caes? Sí, todo eso me llamo desde entonces. No me dio tiempo a responder a mi nuevo nombre. Tampoco me dio tiempo a terminar de temblar al sentir el poder que me otorgó y no me asusta. Sin moverme ya me poseía por entera avanzando a rastras. También sin moverme acaricié sus alas que de tanto placer me dolían. Mis piernas se abrían y sus labios besaban todas las babas que de mis ojos tras la embestida brotaban, suplicando cerrar el cielo y cualquier tierra prometida que tarde o temprano prescribe. Mi lengua dibujó el borde de todos sus bordes y mientras susurraba mi nuevo nombre, me di cuenta de todas las veces que subí al cielo cuando en realidad quería caer, caer, llegar al fondo, adonde el fuego quema y no mata y la sangre te arde y el alma se hiela y la culpa queda escrita en cualquier hoja sin color olvidada en una esquela equivocada de deidad… Adonde el placer pide más aunque mueras diciendo:
-Sí, así, con las alas atormentadas que es como vuelan los que van en sentido contrario…
Fue verle y sí, mis ojos no quieren darse cuenta de que ya le han visto antes, antes de un vete, antes de un sí, sí…si quiero, antes de arrodillarme ante mi bestia que siempre está en celo y sentir que tenerle tan cerca es como un disparo a quemaboca.

Obra de Pedro Lezcano Jaén. Título: Ladrón de almas;(2019. 120x100 cms), un autonitrato malintencionado con sonrisa falsa y alas a medio arrancar, a manos de un dios indignado:




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