lunes, 3 de junio de 2019

Bienaventurada


 Tiró de mi mano; olor a lejía, manchas de azafrán, uñas destrozadas, callos cansados; del roce continuo del palo de la fregona,  amenazando con una rama de romero a cambio de veinte duros. Miró mi mano. Se marchó deseándome suerte sin cobrar por su cara de asombro. Busqué sombra en Galerías Preciados oliendo el romero fresco. Miré mis manos como lo hago ahora, y cada vez que la recuerdo, esperando un sentido a la cara de aquella mujer que me miró con lástima.

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