domingo, 30 de septiembre de 2018

Buenos días.


Pensé en tus labios benignos y fugaces, justo cuando se despertó la mañana con esos ojitos  hinchados y llenos de luz que suelen tener las mañanas de septiembre. Noté la lluvia con olor a  gris, a yerba, a nada de ti…Entonces dejé de escribir en mi pecho. No me gustan los poemas ñoños, ni faltos de rabia, que solo se conjugan con el verbo doler, pletóricos de emociones dislocadas, ni tampoco las palabras; fugaces, ni benignos, -nada lo es-, cuando se refieren al misterio de tus fauces que ponen límites tajantes al  alba, en el que cada mañana… pierdo la magia al antojo de un dios indiferente. Ya si eso…luego se me pasa.

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