miércoles, 15 de mayo de 2019

TOC


El texto debe contener las palabras Acorde, Sinsonte, Textura, Habichuela, a pensar...

Siempre le digo, convencida, que volveré antes, pero no sé qué sucede que solo lo hago el treinta y uno de octubre. En la C/ Espejo, S. José, toco en el suelo con el pie antes de abrir la puerta a ras del asfalto. Un silbo como el del sinsonte me hace desplegar una sonrisa. La escalera de madera de color verde siempre parece no tener fin y comienzo a bajar. Él cocina al ojo por ciento el brebaje para tomar mientras invocamos a los espíritus. Bajo la textura de sus pequeñas manos siempre hay una mujer que se asoma, sin embargo, su voz le delata porque conmigo jamás disimula, Te estás quedando calvo. –Y tú tienes unas patas de gallo cojonudas.
En una bandeja ha puesto: velas <<negras, claro>>, incienso, esquelas del Diario de Las Palmas, sal, pelo rojizo, acorde con su delantal, y alguna piedra que habrá cogido de la Laja, ¿Ya sabes a quién invocaremos hoy?
-Romelia, Romelia, Romelia –es de todos sabidos que cuando se invoca tiene que ser tres veces, ya se confirmo cuando Bitelchus, Ya hay que tener mala leche para ponerle ese nombre.
Me da un ataque de risa y no puedo evitarlo, Tres veces ya es un TOC. Tres veces y aparecerá con ojeras, después de tanto descanso, y te dará el susto de tu vida. ¿Y si aparece qué coño se hace después?
Él finge que le dan escalofríos y me mira  serio, A Romelia la mató su madre. Su padrastro estaba enamorado de ella y la madre, celosa, le preparaba cada día un caldo con habichuelas para disimular el sabor del arsénico, ¿El arsénico tiene sabor?
– ¿Quieres quedarte? –asiento con la cabeza-.Pues calla.
Toma las tijeras y la vuelve a invocar. Yo me muero de ganas de fumar un cigarrillo y de tomar el líquido  que nos llevará al otro lado de la línea entre el más allá y el más acá.
– Romelia, Romelia, me escuchas, Ro…
Golpean el techo. Subo la escalera. Abro la puerta. No hay nadie, Serán los niños pidiendo huevos o caramelos, o alguien con tacones caminó sin mirar por donde pisaba.
Vuelvo sobre mis pasos y Él no está. El fuego sigue encendido, y las velas…Observo un puñado de habichuelas en la bandeja y un espejo que no estaba antes. Miro el reflejo, y tiene ojeras y cara de mala leche. La mujer…silba. Titubeante, prometo volver antes, antes; de qué, convencida, pero no sé qué sucede que siempre vuelvo el treinta y uno de octubre.

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