Siempre empiezo por sus manos aunque suene a pervertido… Donde
otros ponen las balas él pone las manos a riesgo de quemarse. Hablar de manos
es como hablar de bocas. Algo así como tener una buena historia en la manga. Ese
medio que recorre mis caminos destino a ninguna parte. Sus manos, que, pausan
mi pulso y miden la distancia entre el telón de sus pestañas y mis -yanopuedomás-
me desnudan como quien abre un regalo rompiendo el papel y tienen mi mundo a
sus pies; sobre sus pies podría escribir otro discurso que se interrumpe cuando
pregunto, ¿Qué hacen unas manos como las tuyas entre unas piernas como éstas? Será
porque Sabina le levanta la falda a la luna, y él…él me levanta y me voy...O que mis manos, tan adictas a los
desastres como a palpar, huyen entre sus costillas cuando las suyas me hacen
cosquillas antes de volver a subir…o a empezar.
Reconozco que envidio al poeta que lloraba tinta. Mas yo,
sin embargo, lloro papel con todas mis ganas
No hay comentarios:
Publicar un comentario