miércoles, 14 de septiembre de 2016

Nunca nos diremos adiós






Aún no sé resumirte en pocas palabras, tengo escrita la primera, "Amor" y aunque se me va olvidando tu voz, conservo cada una.

Hice tantas pausas para escribir poemas, que emborroné, como cuando niña, mil cuartillas y terminé seduciéndote entre letras, y hoy.... hoy vuelvo a ser la que te llora entre líneas.


Te rezo un "nomeolvides" en las noches, Quizás escuches donde estuvieras, y aunque el día no es gris, como el de tu partida, el claroscuro y la rabia quiebran mi llanto, mi vida, que muere por segundos y que calla en la nostalgia. 


R.A.M (14/09/09)

Rosy Robayna  (14/09/1012)

viernes, 2 de septiembre de 2016

Todo se derrumbó



Cuando todo se viene abajo me suele gustar. Dirán que  soy masoquista pero masoquismo, quizás, es tener un cúmulo de sensaciones y sentimientos aplastados contra el pecho y no dejarlos salir por temor, o prudencia, o decencia, o clemencia, a herir o ser heridos, el “peor aún” lo pone cada uno entre la coma (,) que quiera. Me refiero al desastre total, no el desastre a medias que te obliga a dar oportunidades, esas del “temor…” y todo lo que  conllevan.
Cuando todo se derrumba, dando igual quién causó el desastre, te quedas mirando todo lo que hay por recoger, el estado de daños, y tienes dos alternativas, una: dejarlo ahí e ir pisando a tu paso todo lo que yace en ese suelo y desquiciarte entre la mierda, y dos: aprovechas para tirar lo roto aunque tengas apego, lo que no servía, lo que sobra, lo que hace tiempo no utilizas e incluso lo que te quedaste por cortesía pero en realidad no te gustó en la vida. Puede que te quedes con algo que al caer no sufrió daño alguno y lo puedas utilizar para un futuro.
Cuando todo se derrumba es un caos, un parón en seco, un aspirar aire y sentir que jamás saldrá este aire a tiempo de tus pulmones bloqueando la salida y la nueva entrada. Pero cuando por fin sacas la basura y la tiras y regresas ¡qué maravilloso espacio te espera!
 La noche: momento oficial para venirse abajo cualquier estantería que ya lleva años, meses o semanas, incluso sólo unos días en tu vida, y no ha tenido mañana para caer y lo decide mientras duermes, durante el  alto riesgo de morir de un infarto y como causa/consecuencia, el brusco cambio de ritmo cardíaco que te provoca ya que pasas en cero coma de unas sesenta pulsaciones por minuto (por decir algo que no pienso buscarlo en Internet) a doscientas cincuenta.
Lo dicho, vuelvo a tener espacio y a pesar de que todo se derrumbó no me da miedo volver a ocuparla.

Rosy Robayna C. (2016)


domingo, 7 de agosto de 2016

Fin de cuentas

No aparté el amor como alternativa

frené los te quiero inventados de cada boca

con vanas semblanzas tarareé los desparramados

golpeé con mis manos la mesa mientras ordené prioridades

con mirada certera aparté las quimeras

así alcancé a entenderlo todo.

Al amor le tengo aquí esperando

preparado, listo, pero dentro

no aumentando el gasto del saldo perdido.

Será momento oportuno de derroche y a destajo

cuando entregue como pago, en herencia

esta cuenta que perdió consistencia

pero ganó con los años.

miércoles, 3 de agosto de 2016

¿Café? No, gracias.

No hay locura si no partes razones
no hay partida si no hay paso
no hay vivencia si no vives
no hay vida si no hay parto.
Sabes que hay matemática exacta
aunque dos y dos no siempre sean cuatro.

Que en la magnitud de una vulgar muestra
lo bello suele serlo la luz
y de noche son gatos pardos.

Sabrás que si abdico será rendirme
si renuncio sería morir, y te seré sincera.

Dame una sola razón para bajar mi cabeza
y perderme sola en tus callejones.
No cabe duda que te curaría en tus dolores
y luego iniciarías la partida
¡Así que seamos claros!
o mejor
mantente a la espera.

Rosy Robayna C. (20/01/2011)