Con la compañía que le sobraba a tantos de tantos se conformaba
como quien no quiere la cosa. Adicta a un quizás. Guardó el tocar fondo en la
despensa. El corazón en la nevera. Las lágrimas debajo del sí. Besó despechos
al portador mientras resbalaba el color de la mujer honrada patas abajo
probando ese “Es lo que hay” Claro que pensó que podía vivir sin él, como vivía
esos domingos involuntarios sin versos en que esperaba a un Machado que se
quedara a su lado solo por quererla querer. Malgastaba en cualquiera lo que le viniera en gana, sin
ganas de quitarse la blusa y mucho menos
las bragas. Luego juraba con rabia que no lo volvería a hacer. Nunca amor,
nunca placer. Sentía el ardor de la
cobardía retomando esos principios que inyectaron en sus genes subastando el
corazón, frío y desesperado, al peor postor.
Es ojo un vivir sin vivir o a lo que venga. Igual es la precursora del "guardar como" de los textos que van y vienen en nuestro PC
ResponderEliminarPrefiero la papelera. Gracias Armando.
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