sábado, 3 de febrero de 2018

Pero.




A pedir de boca parecen marchar las cosas hasta que aparecen. Están preparados para eso, para hacerte sentir bien, con miradas insinuantes, palabras bonitas, y gestos de caballerosidad. Visten y se acicalan con mesura solo porque saben que estarás ahí y pueden sacar partido.
No tienen interés en conocerte; como mucho te preguntarán tu nombre pero lo olvidarán en cero coma. Saben de sobra donde te mueves, qué te gusta y hasta dónde estás dispuesta a llegar, no te quepa duda que para eso también están preparados.
Vendrán contándote historias que ya publicaron en vinilo otros y que aprendieron de memoria su  no sé qué gen, hormona y  neurona… con la intención de que les escuches por las dos caras y le des asilo entre tus piernas. Contarán chistes como la gran novedad y como la gran novedad te hablarán de amor –pandilla de cursis-, en caso de emergencia procurando que se te salten hasta las lágrimas a la altura de su bragueta, diciendo que no eres su media naranja después de ser exprimida.
Sin embargo de cuando en vez, un extraño irrumpe en tu vida. Aparece siguiendo  los mismos rituales pero con la contraria intención, y como siempre le mandarás a la mierda.

Lástima que te pases la vida teniendo cuidado.

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