jueves, 1 de septiembre de 2022

RETO

 

Hoy estoy mística perdida, tiquismiquis y llorona. Me han escrito diciendo que cómo alguien tan violenta puede aparentar tanta calma (cosas del reto anterior). Ni nos conocemos, que yo sepa, y cerró su perfil.

¡Ay!, un clic todo lo que hace.

No sé jugar a los dardos (lo anotaré en mi lista de cosas por hacer antes de morir.

El Reto; chulo Maite. Me vino a huevo.

 Veo los tres plátanos y quiero uno (anoten por ahí, también, antojadiza) y ya que estamos: quiero un algodón de azúcar.  

Los armarios suelen estar llenos de pena, Esto lo guardo y es que se partió pero me da pena, Quizás vuelva a entrar en esa talla, y es que es una pena con lo bonito que es, Cuatro metros, 500 destornilladores, bolígrafos sin terminar, un lápiz en estado comático, dos peces de un juego de niños, la cartilla sanitaria <<¿¡coño estaba aquí?!>>. Ya saben de qué les hablo. Aunque hay otros sitios, llámese corazón o fondo del alma, donde guardamos el pasado por si las moscas, por no repetir errores, porque somos cobardes y no dejamos ir o sólo dios sabe a santo de qué. El Amor es lo único que se debería guardar para siempre.

Y de ir va la cosa más que de armarios. Porque llevo dentro de mí lo que guardan los armarios, y lloro. Una debería alejarse de una misma el mínimo tiempo posible. Pero nos regodeamos en ese sitio donde estuvimos alguna vez, ¡A que yes! Claro que pensar en el ayer también tiene su puntito aunque en la noche te queme su voz. Y duele el olvido.

Y aquí estoy, escribiendo lo que soy capaz de decir. Y dirán, Rosy: te falta el gallo. No, no me falta, es que estoy ahí dentro de la casita que pintó Lacave, en mi retiro espiritual asumiendo que debo dejar a la que fui y aceptar a la que soy, con todas sus consecuencias, y conservar a todo riesgo aquello que jamás nadie podrá quitarme, como a la escritora del pasado que siempre llevo dentro, muy adentro, porque no tengo otro lugar donde guardarla.




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