domingo, 24 de marzo de 2019

Al octavo día


Y al octavo día dios creó al escritor. No  iba a dejar impares las costillas del  poeta. Cuando Eva fue tentada, como castigo, Dios, la convirtió en musa para Adán…si no escribía se sentía morir. Cuando Dios vio que Adán la adoraba más que a su Ser,  comenzó a susurrarle a Eva para que le dictara a su hombre, y así quitarle el poder del que le había dotado, sin que el mundo notase que Dios, también es celoso.  Pero Eva comenzó a escribir los susurros de Dios porque se sentía morir si no lo hacía y, éste, se enfado tanto que los abandonó a las letras.
Por eso, desde el principio, se cree que el poeta se inspira en su musa y la poeta en su único dios, y lo que surja.

Para yo.

Vamos a ver: ¿en qué lugar me dejas cuando hablas o escribes? Prefiero que hables porque las palabras se las lleva el viento y aunque no hablo sin conocimiento… cuando escribes, ¡oh, cuándo escribes! Cuando escribes me condenas porque el papel aguanta todo y queda constancia, y a veces no te aguanto. Me siento débil, expuesta, en el punto de mira, en la diana de cualquier esquina, subida a un madero, condenada a una hoguera… desnuda y desprotegida. Yo, que solo soy quien soy; de lágrima contenida, no la fácil, esclava de mis letras, amiga de un poeta, custodia de un te quiero, sumisa del amanecer, o guerrera ante un maltrato, sobrevivo a base de Machados y Federicos y algún que otro Santiago. A veces soy un trapo de cualquier color ante una de mis cadenas. Jamás un quijote, jamás escudero, quizás libro para otras edades, realista hasta la médula, amante hasta los huesos y mi sangre es RH literaria dolorida. Por eso, cuando me preguntan si soy lo que escribes, ¡Ay, cuándo escribes! me duelen todos mis versos… y respondo no.


viernes, 22 de marzo de 2019

Esas noches


Se dormía y no cerraba los ojos. Yo rezaba un no me dejes, no te marches, un; me duermo contigo. Pero lo hizo y yo, aun despierta, parezco dormida con todo lo que siento, con el bagaje que nos maniataba, cubierta por las sombras de tantos adioses que prometimos no decir, arrastrando mientras tanto todo lo que sigue sucediendo, cada vez que sueltan a la luna.






Fotografía de Marcos Rivero Mentado.


viernes, 15 de marzo de 2019

Estados.


Estaba la Luna tan tranquila mirando el face en la tablet cuando al Sol le dio por tocar la zambomba. Unas pocas miles de veces le gustaba molestarla y la Luna le respondía con su sutil cuarto menguante de mangas. Se llevaban muy bien. Ya era un secreto universal el tonteo que tenían los dos.
- ¿Qué? ¿Más poetas Luna?
-Sí. Lo de siempre -suspiró la Luna sin apartar la vista de la tablet creciendo una ceja.
- ¿Cuántos van hoy?
-Pues uno sin camisa que es muy tímido se me ha declarado y dos prefieren mi espejo para pintarse los labios. Ya sabes…
Seguía el Sol dando por saco con la zambomba cuando preguntó a la Luna cómo iba la discusión con la chica que le echaba todas las culpas.
-Bueno, estuve pensando si eliminarla pero me dio mucha pena cuando puso en su estado que jamás había besado a un hombre con barba. Al final quien le gusta es el chico de la academia –respondió la Luna chasqueando con fastidio la lengua encogiéndose de hombros.

-¿Y por eso no la eliminas? -dijo el Sol parando en seco el instrumento y poniendo en hora el reloj del Universo.
-No lo hice porque…porque…¡Sol!, sabes que odio el silencio cuando solo suena el tic tac del Tiempo –dijo la Luna soltando la tablet y poniendo en verde el semáforo para dar paso a algunas estrellas que iban de fiesta alrededor de la Tierra.
-¿No lo hiciste porque? Luna. Luna.
-Porque me muero de ganas por saber qué será de ti y de mí –respondió la Luna tornándose pálida. Y tomando la tablet buscó el perfil  e hizo leer en voz alta al Sol lo que decía el muro de la chica.
<<Ayer me regalaste la Luna. Ahora ya sé que  cuando  se doblan las sábanas entre dos…se tarda más>>.
-¿Y qué problema hay?
-Estoy celosa. Rabiosa, harta, y llena… muy llena. ¿No lo entiendes? -gritó la Luna escondiéndose tras el Sol.
-¿Entender el qué? Luna no te eclipses que te conozco.
Y mientras la Tierra tiritaba de frío, susurró la Luna sangrando:
-Él…él, le ha respondido: ¡Eres un Sol!



jueves, 14 de marzo de 2019

Encasillado.


Tú, disculpa que nos tuteemos, y que me quite la ropa: sigue mirándome como símbolo de derrota, de zapatillas baratas llenas de arena y rasguños causados por las rocas. Voy a por mis rubíes.
Tú, sigue mirándome, sí tú, con lástima a mi pobreza, por pánico a mis creencias. Yo rezo a un dios que tiene nombre, a saber tú a quién le rezas.
Tú sigue pensando que porque así me visto, soy uno que siembra el terror, y recoge pobreza, en un país con retraso… Soy el primero en las ciencias.
Tú. Apártate que voy. Las sedas que me cubren, las telas que visto, no cruzan mares en pateras, no le silban las balas ni una espada las atraviesan. No hay armas bajo mis ropas ni intención de poseerlas.
Tú, sí a ti: No descartes que merezco un premio nobel de la paz, o de las letras, o que visto de Armani y soy el ojo que capta lo que no eres capaz de ver, a pesar de que lo ves, y no entiendo cómo no lo ves.


Fotografía de Marcos Rivero Mentado

EL INSACIABLE MARLON


¿De veras no? ¿Pero qué me cuentas? Aquí todos nos nanosatisfacemos y el “Na” de na y el “No” van de la mano… Resulta que la “bestia sexual” del siglo XX fue Marlon Brando y ahora será cierto que Grey espabiló a las mujeres –y acojonó a los hombres-. Y con negros –dios nos asista-. Ha impactado tanto la noticia que no resuenan los orgasmos en las esquinas y las fulanas se nos van a morir de hambre. Tranquilos, es un hecho puntual que sacará jolibu en un guión de buena muerte el próximo siglo, cuando estemos preparados para hablar libremente de sexo, si es que a esas fechas aún existe. Bueno yo me voy –me voy de irme-, ustedes ya me entienden.



miércoles, 13 de marzo de 2019

A...a mamá


  • Otro de los motivos por los que maldije querer hacerme mayor fue no contar con que ella ya no estaría. Jamás me dejó tocar su cajita de la costura porque decía que los hilos eran muy caros y que las agujas me podían pinchar. Los caramelos de nata no sabían igual si no salían del bolsillo del delantal de mi abuela; mezcla del calor de su cuerpo, la tersura de su mano y las trabas de madera de la ropa, dando ese toque dulce  babeante al caramelo incluso antes de abrirlo. Yo la recuerdo siempre vieja. Nunca me paré a pensar que fue un bebé, que tuvo ocho años, o trece, o veintiuno. Para mí siempre fue una mujer de pelo blanco a la que se le llenaban los ojos de lágrimas, sin perder la compostura, cuando nos vestíamos de blanco para el bautizo, blanco comunión o blanco  boda. Sus zapatos negros, brillaban pulcros en esas ocasiones y siempre parecían recién estrenados. Ella olía a… a Mamá, y siempre tenía el fuego encendido. Nunca se quejaba y utilizaba el refranero para dar solución a cualquier problema. Era la reina de la mercromina, el pimentón y el agua de pasote o arroz. Partía el dolor con unas tijeras y la cara sin manos. Sus frases más repetidas eran: No hará falta decírselo a mamá. La familia siempre unida pase lo que pase. El ignorante cree saberlo todo, el imbécil cree tenerlo todo bajo control.
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  • Hoy he abierto la cajita de la costura. Hay una fotografía. Ojalá y fuera yo la desconocida que está a su lado y no la que mira la foto guardando la compostura porque se acaba de pinchar el alma.