martes, 2 de marzo de 2021

Presunto

 Nunca me había sentido tan importante agente. Bueno, sí: me sentí así el día que grité si había un médico en la sala del Teatro, cuando aquella mujer misteriosa, con más bigote que Cantinflas, pisó con su zapato rojo, tacón de aguja, a aquel tipo desbarbado y flaco que gritó más que la soprano, con voz de pito. Recuerdo que la bigotuda se disculpó con cierta guasa.

Es emocionante ser sospechoso. Que todas las miradas estén puestas en ti. Que todo el mundo te mire con mosqueo como si fueras un bicho raro pero con razón. Que te hagan preguntas que no tienes ni idea a cuento de a qué vienen, y cómo titubeas, y te ves subir en el ranquin de tener todas las papeletas de salir en los noticieros. ¿Preocupado? ¿A santo de qué? Ni que fuera yo el muerto inspector. Reconozco que me mosquea que me encienda el cigarrillo mirándome fijamente, con las aletas de la nariz en su máxima extensión. Escrutándome.
¿Yo?: era un hombre que se aburría. Sí. Mucho. Escribía. ¿Cuándo no escribía? Después de recibir todo tipo de premios por mis trabajos literarios y ser consciente de que me olvidaban de un día para otro, me dio por hacer pucheros con el hocico intentando verme en el espejo cualquier defecto. Treinta y seis, sí, ahí perdí la cuenta. Así que me vi todas las series sobre crímenes de la televisión. Luego pasé con asco por la prensa rosa. Ahí me percaté de quién era más importante si se hablaba de cuernos, robos, rotos y descosidos. El noticiero no se quedaba atrás García. Disculpa que te tutee pero, donde hay un muerto o jaleo ahí está la noticia, ¿no crees? Ya. Ya sé que las preguntas las haces tú, pero… si desapareces pasas a segundo plano, y eso no me vale. Así que cuando me enteré que habían encontrado una mano bajo mi coche me dije: esta es la mía. ¡No la mano hombre!, sino la oportunidad de que se hable de mí. Por eso les llamé antes de que los vecinos toquetearan todo y se perdieran las pistas ¿El resto del cuerpo? a saber dónde lo acomodaron macho. Y el hecho de que esa mano tenga a boli mi número de teléfono ya es la bomba. Está bien. Volvamos a las formalidades. ¿Qué por qué? Hágase una idea inspector: por fin soy: inocente y sospechoso. ¡Acabáramos! ¿La documentación? ¡En la guantera hombre! Pero no pienso sacarla Gar-cí-a. Haga usted el honor. ¿Cómo que por qué?, si ya me costó lo mío meter ahí el antebrazo de la bigotuda. Veeenga García, que me cansa ponérselo a huevo.



jueves, 18 de febrero de 2021

Aserrín

Amó la belleza y la juventud, mas yo lo sabía. Fui su maniquí; un escaparate que lucir entre tantos menganos envidiosos de su posesión. Siempre esperanzada de que algún día me quisiera. Sabía que tarde o temprano, este su maniquí, no le sería suficiente, en realidad jamás amó mi interior. Le entregué mi juventud y donde sonaba cruel yo hice sonar tambores, platillos, bongos, reanimando sus recaídas y tomas falsas. Ahora me siento como una hermosa manzana que partes y está podrida por dentro de tanto manoseo o golpe, y ya se sabe qué se hace tras partirla ¿verdad? Él me amó sí, a su maldita manera; como la carcoma a la madera.

domingo, 14 de febrero de 2021

El Zoo de Papel

 “Y al octavo día, dios (con minúsculas, en negrita y tachado doble) creó el silencio.”

El Zoo de Papel, es una versión ficticia utilizada para contar la verdad. Ayer, los Huesos pidieron explicaciones en silencio. Acaparadora de atenciones “El Zoo de Papel” de principio a fin, fue capaz de sacar cicatrices tatuadas en mis genes, a hueso y a sangre. Me ha roto el corazón como si toda la tristeza del mundo se hubiera concentrado en ella, tanto así que, los aplausos se tomaron su tiempo incapaces de empañar ese instante –llámese minuto- del final de la película, por el tremendo impacto emocional donde lloraron hasta mis lágrimas.
Daniel León Lacave, ha demostrado tener buenos reflejos en todos los sentidos en que se pueda utilizar esa palabra y lo ha demostrado con su corto -TANGRANDE- “El Zoo de Papel” rescatando a gritos de miradas y silencios, eso que llamamos Memoria Histórica, que parece que pasó a la historia y de memoria no tiene nada.
Agradezco el rescate, ficticio o no, de los Huesos, de la Historia, de la Verdad, del Arte. Enhorabuena a todo el equipo.

08/02/2019

domingo, 3 de enero de 2021

Su misma sangre.

 Es costumbre despedir a la bestia como si de un héroe se tratara. Brindas salud ante todo, mientras el eco de la calderilla resuena en un bolsillo vacío. A las doce volverás a ser quien eras buscando la luz entre quimeras. Odias todas las cosas que se suspendieron por exceso de deseo. Puede que el destino sea una coartada sigilosa, la excusa perfecta de lo que nos depara. Ignoras el futuro y escoges el amor como alternativa>>.

-Estaba deseando verle desaparecer y que el verdugo cumpliera su cometido sin clemencia, sin compasión. Era culpable de toda crueldad y sonreía como un viejo e inocente anciano, desde los cuartos, recibiendo vítores como aquel Cesar de la era tardorrepublicana, y como Cesar iba a terminar. Recordado, repudiado, pero jamás olvidado, porque dejará fechas de no natos, finados y nuevos miembros de la sectaria enfermedad. Claro que nadie es consciente de que su sucesor, lleva su misma sangre.

miércoles, 30 de diciembre de 2020

Que te vaya bonito

 

Manuel, José, Juan, Rafaela, Mónica, Manuel, Carmen, María. Cuantas cosas quedaron prendidas. Hasta dentro del fondo de mi alma. Cuantas luces dejaste encendidas, Yo no sé... cómo voy a apagarlas.

2020: Al final te has ganado mis respetos:

 

Hiciste saltar las alarmas de los llantos en silencio. Sin abrazo de consuelo, dejaste el luto en carne viva. Corriste todas las cortinas dejando a oscuras las bocas, y tiro porque me toca, frenaste, cruel, nuestra huida.

Regaste el caos sin piedad, en un par de metros cuadrados, y mientras el sofá nos hacía un hueco, atragantaste de aplausos entre pecho y batalla tu sin razón. Convertiste todo en un misterio.

Y con feliz maestría diste portazo a tanta vida Y las noches fueron días y los días desconsuelo, Robando la  libertad abandonándonos a la tristeza, cuando no salían las cuentas que teníamos que pagar.

Yo que te quise tanto, ahora ya no te quiero. Yo que te abrí mis brazos aquel uno a las cero-cero, ahora tendré que recordarte, por maldito y porque no puedo.

No insistas, se acaba el tiempo. No insistas, ¡déjalo ya!

Y por alguna cuestión de suerte, Ojalá  que nos vaya bonito, pero bonito de verdad.

sábado, 26 de diciembre de 2020

CHAT

 

Amigos: no sé si me he metido en un lío o en un romance.

Todo comenzó cuando, hace meses, escribí que no soy apta para  alguien que lleva la palabra “Stop” escrita en su corazón. Él respondió que los poemas de amor o son tristes, o envidiables... ¡Me pilló! Ahora lo soy para su ataque de mí; cuando me lee y confiesa que si me voy antes, debería morir escribiendo. Sabe que jamás escribo si no hay un tú. <<Untipointeresante>>.

–Debería, es una palabra que obliga, una palabra que se rechaza sin contemplaciones, y un sentido que se echa algún momento de más… –dijo desde la primera conversación.

– Y de menos cuando es tarde –añadí–. Debería acercarme y decir lo que siento. Debería poner las llaves siempre en el mismo sitio. Debería haberle partido la cara, no ver las noticias…

–Debería guardar el orgullo mal entendido y entender que cada segundo es la última vez. Debería hacer de todo, probar todo, menos hacerme daño.

La madre que lo parió.

 –Debería seguir haciendo el amor, besar más a menudo, comer con menos ansia, andar sin contar las piedras, seguir haciéndolo donde se me antoje.

 – Deberías volver a amar toda la vida –dijo.

Los segundos se amontonaron. Escribía y borraba. Hasta que le di al Enter.

–Debería volver a anotar momentos inolvidables por si el olvido se acerca.

Desconecté sin despedirme. Al día siguiente leí:

– ¡Qué dramática! Deberías volver a rimar con Amor y con todas mis estupideces, y quedarte un poquito más en ese estado en el que soy realmente yo, justo cuando aún sin llegarte a besar, se me van cerrando los ojos.

¡Esta es la mía! Me dije.

–Pues debería seguir más sola que nunca y seguir siendo ese desastre lleno de tristeza que todos adoran cuando sonríe.  Ese alguien extraño, abrumador,  sin sentido. Ser ese algo distinto del que, menos el amor, casi todos huyen.

Una semana pasó y cada día nos dejábamos una recomendación con su dichoso debería. El juego ha sido imparable, adictivo.

–Debería ser interminable el último beso. Atarlo con una pulsera invisible.

– ¡Noo! El último no– respondí.

– Debería… no sentir.

– ¡Ahí te quería yo ver!

–En serio.

–No. Es triste eso que escribes– respondí.

–No volveré a escribirlo.

– ¿Y a sentirlo?

No respondió hasta esta Nochebuena, que volví a escribir respondiendo a su saludo. Un simple ¡Hola! Desconcertante.

Saqué fuerzas del teclado y segura de mí escribí:

 –Debería  dejar para después de Navidad  todo esto. O para nunca.

–Eso solo lo dice quien no sabe lo puñetera que es la muerte. Yo...

–…

– ¿Tú? ¡Continúa! –le animé. Pero esperó a la noche siguiente para responderme.

–Debería inducirme a tu estado poético hasta que todo se resuelva y dejar de asignar mis canciones favoritas a quien jamás las bailará conmigo. Y…

– ¿Y?

 –”Deberías encontrarme en cualquier lugar, y ya sabes; nada es casualidad” respondió rápidamente.

–Deberíamos qued….

–Sí: mañana llega el trasatlántico –respondió.

– ¿Estás en un trasatlántico? respondí sintiéndome absurda, pensando que sólo le he visto en fotos y que no le conozco de nada.

–Uno debería tener adonde ir cuando no quiere estar en ninguna parte. Ya te contaré. Estoy deseando conocerte – respondió.

– Genial. Hasta mañana.

Le he hecho la autopsia a la jodida metáfora.

jueves, 17 de diciembre de 2020

Te echo de menos

 

Una mujer como yo, tiene también sus secretos mojados en la almohada. Nunca te he dicho que me da miedo la oscuridad. Siempre me juro no volver a preguntarme ciertas cosas. Como por qué lloras. Una se cansa de la respuesta, No sé. Imagino que eres sensible. Un hombre que me hace sonreír, hablar por los codos, sentarme con las piernas abiertas, y el corazón encogido, beber de la botella, tomar de primero el postre, y para colmo me enterneces, tiene todas las papeletas. Siempre me pregunto qué quieres beber o si quieres besarme o ir conmigo al cine a ver la peor película de la cartelera y pasar la noche juntos, comentando a qué huele el azul de tu mirada. Una se cansa de beber y de tener todas las papeletas para hacerlo sola cuando se le atraganta un beso. Como soy mujer de palabra  volveré a preguntarme si te acuerdas cuando nos conocimos, ¿te acuerdas? Echo de menos mi pelo alborotado,  el aliento en mi cuello, los polvos breves, las caricias largas y todo eso que jamás ha pasado. Echo de menos al amigo al que todo podía contarle. Y no volver a preguntarme cómo es posible que a estas alturas te sigas marchando así. Sin más. Con todas las papeletas para dejarme llorando con la luz apagada.