jueves, 20 de abril de 2017

RETO: RADIO TOMATE CEPILLO 26/11/2016



Al llegar al parque conecté la radio y comencé a correr, despacio, observando, vaciando la mente y concentrado en mi respiración. Era la primera vez en mi vida que me daba por hacer deporte. La vi desde lejos. Llevaba gafas de sol a pesar de estar el día nublado, un enorme bolso rojo colgado del hombro que dejó caer lentamente hasta descansar en el suelo. El corazón se me puso en un puño al verla inclinándose para precipitarse al vacío. 
-¡No lo haga! -grité mientras la agarraba fuertemente contra mi cuerpo.
-¿Qué hace, pero qué? Por el amor de dios qué susto me ha dado. Sólo iba a tomar unas fotos con mi móvil y quería calcular desde qué punto para que salieran mejor.
-Lo siento, pensé que.
-¿Qué pensó, que iba a suicidarme?
-Sí, lo siento. ¿Le gusta la fotografía? -titubeé. 
-No estoy segura -respondió.

De repente carcajeó y se quedó mirando no sé adónde, ya que continuaba con las gafas de sol. Ante la duda me quedé con ella mirando desde aquel puente el andar del río. Estaba tan callada que comencé hablando del tiempo y terminé por contarle la historia de mi ex, porque hoy día casi todos tenemos un ex, y no se me ocurría otra cosa, aunque podría haberle hablado de lo cara que está la cesta de la compra, pero sabría que soy algo desastre y que me dejo estropear en la nevera todo. Hoy por ejemplo, lo único que dejé útil en espera de ser utilizado fue un tomate. A lo que iba. Le conté así sin más la cantidad de años que perdí por pensar que estar con ella, con mi ex, no se me pierdan, era infinitamente más soportable que estar solo. Luego comencé a contarle la otra historia, la de mi trabajo y di un parón en seco  al dame cuenta que ella solo decía "sí, no, te entiendo" a todo lo que yo decía. ¡Me estaba escuchando sin conocerme de nada toda aquella cantaleta! Así que le dije:
-¿Te apetece tomar un café, un refresco, algo? Llevo más de una hora hablando de mí y no has dicho nada-.

Ella se inclinó a buscar el bolso que aún seguía en el suelo. Yo se lo acerqué rápidamente, pecando de caballero, lo abrió, sacó un cepillo de pelo pidiéndome que lo mantuviera y luego  una especie de palo de selfie, presionó un botón al tiempo que  se colgaba el bolso. Entonces vi que  se alejaba mientras tentaba por el suelo un bastón. Se alejó unos pasos y se giró sonriente diciendo:
-¡Qué! ¿Te vienes a invitarme a ese café? -Ofreciéndome su brazo.
-¿No dijiste que ibas a sacar fotos?


Se alejaba a paso lento esperando a que yo me acercara, pero me quedé pegado al cepillo del pelo mirando el río, la altura, el suelo y corrí, corrí como nunca a su lado.

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