viernes, 9 de marzo de 2018

Currículo Vitae




Me han tratado toda mi vida como una resta extraña que suma impedimentos a mi vida laboral –mí, me, misma, conmigo-, y a la pirámide  de Maslow, que arrastro por ser mujer, de la que no he pasado de los primeros peldaños. La fórmula perfecta para conseguir igualdad es, la suma de impedimentos más-menos, la resta de oportunidades, multiplicada por las normas nuevas, -en las que tropiezas durante toda tu vida laboral-,  y las condiciones logarítmicas que se sacan de la entrepierna ciertos empresarios  –así no te sale la fórmula ni de coña-. Un disparate matemático que te jode emanciparte del círculo de la frustración de ser mujer/menstruación/embarazo/esclava/discriminada/sexo débil… y un largo etcétera.
 Estudié lo que pude y como pude porque no nací con poder económico ni en un lecho familiar de vida acomodada, pero estudié. Busqué trabajo y por ser mujer me rechazaron bobocientas veces; por ser demasiado joven; por no tener experiencia; por tener una carga familiar e incluso por no pertenecer a ese grupo de madres solteras de la época. Trabajé en condiciones precarias y por un mísero suelo –con y sin seguro-. Era mi mísero sueldo, que yo intentaba estirar para seguir adelante, pero se iba al menos infinito antes de cada fin de mes. Recuerdo que me dispuse a pedir una ayuda, especial para mujeres con carga familiar, pero no había cumplido los treinta. Luego cambiaron la edad y se me había pasado. Como ven los números no son siempre los adecuados. También se me pasó la ayuda secreta de los cuarenta y ahora espero a la de los cincuenta. Nunca tengo la edad apropiada según la FIFO de la Administración ni para cursos remunerados. El último rechazo fue por tener demasiados estudios para acceder a dichos cursos –ay que joderse-. Ahora a mi casi medio siglo, la mala salud no me permite seguir dando fruto y soy de las que se quejan del 0.25. Cierto que hay una diferencia notable entre lo que teníamos antes y tenemos ahora, pero sigue sin cuadrar, y por más que sumes jamás dará el resultado deseado en la variable, porque siempre aparece una jodida resta (restar es sumar un opuesto) y la igualdad no cuadra si no se aíslan las variables.




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