sábado, 10 de septiembre de 2022

Me han robado un beso

 Me han robado un beso: tenía una copia en mi boca, en mi corazón y en mi alma. Tenía copia en mis últimos treinta poemas, en mis sueños y en mis esperanzas acabadas. Y es que dio un beso al frente y el puzle no encajaba.

Yo bebo, fumo, lloro, mucho, muchísimo y para colmo de males escribo, Y sí, Llámame malcriada.
Pero él continuaba anclado a mi boca como si fuera un oasis o tuviera hambre atrasada.
Pensé en que la muerte lleva tiempo pisándome los talones. Que hoy la primavera se llama verano y el frío invierno reta al otoño y no condiciona a una poeta.
Entonces me apretó con fuerza. Le puse una mano en el pecho en sentido contrario. Así, como ladeando la cabeza. ¿Y si era el paraíso y no el infierno que esperaba? Quizá un espejismo. ¡Total, ya qué estaba!
Será que me siento sola y desconcertada porque han llegado a la conclusión en Internet de que Amar es como un plan malvado que intenta jodernos la vida.
Pero él seguía y yo no me dejaba cuando sus manos hacían la desescalada y yo las devolvía a sus orillas porque no sentía nada de nada. Bueno sí, que me habían robado un beso y me sentía desconsolada, como cuando se me perdió mi madre o él dijo hace treinta poemas que no me amaba.
Incliné la cabeza un poco más a la izquierda y suspiré aquel beso que se me alarga. Y mi mano cerró el puño con las uñas clavadas.
Pienso en eso de ser senil porque no hay otra forma de perdonar y en que estoy condenada a escribir todo lo que me viene a la cabeza.
Entonces recuerdo lo que era Amar; aquella ventana que ni a pedradas rompía una puerta, y siento que quiere taparme la boca un cuerpo ajeno y que para eso estoy contraindicada.
Y es que yo ¡por el amor de Dios! yo creo en el Amor verdadero, en el multiverso, en los Reyes Magos, en los milagros, en el curasana, en el “Ya quedamos si eso”.
Entonces le digo, No puedo, Al menos por ahora.
Y llora como un niño, y la culpa deja pasar al consuelo diciéndome duras palabras, Hay otro, Lo sé, Se te nota en la mirada.
Puede ser una imagen de una persona y texto que dice "Son"

Leve distancia

 Será cuestión de sobrevivir, me dijo. Me preguntó en qué parada tenía que bajarse. Iba de papeleo a Vegueta. Quería que un abogado le explicara el documento que llevaba en las manos. Yo leía en ese momento sobre; Miriam Toñi y Desiré; siempre se me encoje el alma cuando leo el cachondeo que se traen y termino encabroná.

Ella acababa de llegar a España con su familia por algo de un trabajo de su marido. Me dijo que en su país también sucedía, Más de lo que se sabe; sólo que no es noticia. De paso aprovecharía para solicitar el contrato de consentimiento, Porque la vida ya es demasiado perra como para que mi marido termine en la cárcel por culpa de la leve distancia en la que un “No” precede a un “Sí”

La del moño

 Me sorprende la fragilidad que diferenciaba un delito de un pecado. Lo segundo se sentaba junto a mi infancia en el púlpito equivocadamente. Nunca supe el por qué.

Me gustaba ver Embrujada y merendar pan con chocolate. Mi gusto cambió el día que asesinaron al gatito negro para hacer un ritual y sacarme del cuerpo el Mal. Se suponía que iba a ser una gallina pero solo quedaban blancas en el gallinero de la partera. La mujer esquivaba al Mal con su sonrisa quieta y la mirada ausente.
Enmudecí y comencé a mojar la cama.
Soñaba cada noche con su sonrisa, su moño italiano tieso, siempre del mismo color negro, tan tieso como quedó el gato tras desangrarse en un barreño. Como quedé yo cuando me bañaron en su sangre.
La del moño traía al mundo un crío tras otro poniendo previamente un cuchillo bajo la cama de la parturienta. A mí me tocaba mirar porque no había forma de aprender a coser como el resto de las niñas, que ya no mojaban sus camas, y se me daba peor lo de los ovillos. Solo tenía que cortarle un pedazo para el cordón e intentar que no me saliera ni un hilito de voz para pedir auxilio.
Con el andar del tiempo, el remate la puñeta fue decirme, Si sigues mojando la cama no podrás casarte.
Hoy han nacido en mis manos cuatro niñas y dos niños. Han sido seis instantes en los que no me he sentido tan sola.
La del moño marcó como un álbum de sellos cada uno de mis miedos. Nunca me sacó el Mal. Y si no fuera porque aún mojo las sábanas, yo no tendría tantas ganas de llorar.

jueves, 1 de septiembre de 2022

RETO

 

Hoy estoy mística perdida, tiquismiquis y llorona. Me han escrito diciendo que cómo alguien tan violenta puede aparentar tanta calma (cosas del reto anterior). Ni nos conocemos, que yo sepa, y cerró su perfil.

¡Ay!, un clic todo lo que hace.

No sé jugar a los dardos (lo anotaré en mi lista de cosas por hacer antes de morir.

El Reto; chulo Maite. Me vino a huevo.

 Veo los tres plátanos y quiero uno (anoten por ahí, también, antojadiza) y ya que estamos: quiero un algodón de azúcar.  

Los armarios suelen estar llenos de pena, Esto lo guardo y es que se partió pero me da pena, Quizás vuelva a entrar en esa talla, y es que es una pena con lo bonito que es, Cuatro metros, 500 destornilladores, bolígrafos sin terminar, un lápiz en estado comático, dos peces de un juego de niños, la cartilla sanitaria <<¿¡coño estaba aquí?!>>. Ya saben de qué les hablo. Aunque hay otros sitios, llámese corazón o fondo del alma, donde guardamos el pasado por si las moscas, por no repetir errores, porque somos cobardes y no dejamos ir o sólo dios sabe a santo de qué. El Amor es lo único que se debería guardar para siempre.

Y de ir va la cosa más que de armarios. Porque llevo dentro de mí lo que guardan los armarios, y lloro. Una debería alejarse de una misma el mínimo tiempo posible. Pero nos regodeamos en ese sitio donde estuvimos alguna vez, ¡A que yes! Claro que pensar en el ayer también tiene su puntito aunque en la noche te queme su voz. Y duele el olvido.

Y aquí estoy, escribiendo lo que soy capaz de decir. Y dirán, Rosy: te falta el gallo. No, no me falta, es que estoy ahí dentro de la casita que pintó Lacave, en mi retiro espiritual asumiendo que debo dejar a la que fui y aceptar a la que soy, con todas sus consecuencias, y conservar a todo riesgo aquello que jamás nadie podrá quitarme, como a la escritora del pasado que siempre llevo dentro, muy adentro, porque no tengo otro lugar donde guardarla.




viernes, 29 de julio de 2022

Las sábanas

 Me sorprende la fragilidad que diferenciaba un delito de un pecado. Lo segundo se sentaba junto a mi infancia en el púlpito equivocadamente. Nunca supe el por qué.

Me gustaba ver Embrujada y merendar pan con chocolate. Mi gusto cambió el día que asesinaron al gatito negro para hacer un ritual y sacarme del cuerpo el Mal. Se suponía que iba a ser una gallina pero solo quedaban blancas en el gallinero de la partera. La mujer esquivaba al Mal con su sonrisa quieta y la mirada ausente.
Enmudecí y comencé a mojar la cama.
Soñaba cada noche con su sonrisa, su moño italiano tieso, siempre del mismo color negro, tan tieso como quedó el gato tras desangrarse en un barreño. Como quedé yo cuando me bañaron en su sangre.
La del moño traía al mundo un crío tras otro poniendo previamente un cuchillo bajo la cama de la parturienta. A mí me tocaba mirar porque no había forma de aprender a coser como el resto de las niñas, que ya no mojaban sus camas, y se me daba peor lo de los ovillos. Solo tenía que cortarle un pedazo para el cordón e intentar que no me saliera ni un hilito de voz para pedir auxilio.
Con el andar del tiempo, el remate la puñeta fue decirme, Si sigues mojando la cama no podrás casarte.
Hoy han nacido en mis manos cuatro niñas y dos niños. Han sido seis instantes en los que no me he sentido tan sola.
La del moño marcó como un álbum de sellos cada uno de mis miedos. Nunca me sacó el Mal. Y si no fuera porque aún mojo las sábanas, yo no tendría tantas ganas de llorar.

lunes, 11 de julio de 2022

Tal vez

 

Tal vez no seamos para tanto: tú que tía buena, yo que estás como un bizcocho…

21:01

Una se acostumbra a sus propios bostezos y a levantarse tras la tercera alarma. Se lava la cara y encumbra su pelo mientras repasa las legañas dándose los buenos días con agua y jabón y un aprobado por guapa. En serio: no sé: a mí me gusta dar los buenos días a todo el mundo; al guagüero, al del kiosco del tabaco, a la orilla juguetona a mis pies. Ya sé desabrocharme sola el sujetador, pasarme la sal, preparar un solo café, -y perdona-: cambiar el canal cuando la peli está en lo mejor si me asusto o me dan ganitas de llorar, y terminar viendo SxNY primera temporada por enésima vez porque no tiene efectos secundarios.

23:11

¡Venga hombre! Que me gustan los tacones, la literatura, la mecatrónica y los canales de youtube de belleza y cocina (aunque luego le ponga los ingredientes que me den la gana) Y a quererme a cualquier hora,- sexo, luego existo-, (los poetas no servimos para mucho fuera de las letras, aunque suenen dos alarmas de más.)

23:40

Yo...

23:40

Es que me pongo nerviosa cuando me miras como me miraste antes, y a falta de adivinar prefiero responderte por Whatsapp, (por último casi todo lo importante en mi vida sucede al despedirnos o por Whatsapp) y conste que hace pocos metros cuadrados que dejé de creer en el amor y le puse un sello de “Cooño: no puedo más”

23:49

Sé qué pretendes.

23:51

Te tomas tu tiempo.

23:51

Y ahí sigues callado, en línea, escribiendo y borrando, como si supieras algo que yo no sé.

23:55

O sí.

23:59

Pues eso: que yo, novata de los primeros besos, me aferro a un “Tal vez”. Sólo te suplico que no me provoques, o terminaré queriéndote como tú a mí.

00:01

 



miércoles, 6 de julio de 2022

A medias

 A MEDIAS

¿Qué sería de un paraíso que ha aprendido a ser la mejor versión de sí?
¿Qué sería de una tumba sin flores?
¿Qué sería de un día sin pan o de una noche sin luna?
¿Qué sería de mí si no me prestaras tu lápiz y yo no te indicara el camino de baldosas de las minas?
¿Qué sería de un héroe sin víctimas?
De una camisa de fuerza sin su cada tema
De las ventanas sin puertas
De la cama sin su extraña
Del tamaño sin su “importa”.
¿Qué sería de los kilómetros sin distancia?
¿Qué sería de mi baile sin ti? (tú ya me entiendes)