Debo muchos
cafés. Son deudas pendientes en tazas rojas y platos rotos, en vasos de
plástico que asan los dedos y las lenguas, en buches calientes, hielo, con o sin
azúcar, o solamente fríos. Debo manchas a los vestidos que no estrené y excusas
a las citas que no acudí. Debo saliva a los sellos, aun en pesetas, y a las hojas de los libros que me salté.
Puede que deba disculpas por lo que hice y no me enteré, y me sobren de las
otras por si acaso. También tengo cuenta pendiente con los cuando quieras,
cuando puedas, y, el ya veré, ya te llamaré…. No sé si me perdonarán, tampoco
recuerdo si ya perdoné. Hace tiempo que no me ocupo de quien no se ocupa.
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