Qué fácil ha sido quererte. Me lo pusiste a huevo. Ni
un tira y afloja. Un no pero sí.
He agotado
todas las posturas, los besos y salivas, conozco tu cuerpo con las piernas
abiertas y los brazos cerrados, con los ojos cerrados y la boca abierta. Trato de ser de los dos la más fuerte, por esas promesas de lealtad que hicimos, de
comer en la cama y hacerlo en la mesa. Pues eso; ahora que muerdo la almohada y
me limpio en otra servilleta que huele a mentira, me falta el valor para pelear por mí.
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