Asumo ser pésima lumbrera en ojos que no brillan, en
lenguas que no se atreven y en suspiros en la antesala del aire. No soy experta
en cata de amores y mira que he besado como la que bebe el mejor de los vinos,
y sin título, soy casi cinturón negro en sábanas vacías y mantas que no
calientan, en colchones con un molesto guisante en la entrepierna. No sé. A saber cuántos amores me he fumado hasta la
colilla.
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