Hoy te vuelvo a dar la espalda. Eres
una molestona que siempre me adviertes. Dame tiempo a terminar, y si me dejas,
como hasta ahora, reviviré con un ojo en tu guadaña y otro en las letras.
Escribo. Abro mis venas. Mastico chicle y hago pompitas que explotan en mi cara. Cruzo las piernas. Me descubro, a sorbos. Me
apunto a un rescate.
Me muerdo las ganas. Resoplo
pesares. Déjame mirar al amor, aunque sea, un desafío a la cara, como una nena
caprichosa que patalea por un globo que se va.
Me rasco las piernas, me quito las
medias, suelto mi melena, la ato a su cuerpo, emborrono, busco, rebusco, escupo.
Lo sé. No debo.
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