miércoles, 25 de octubre de 2017

Seamos serios






Era un bromista. Me dio un beso de broma y puso su mano en mi muslo.
Yo paralizada gesté de golpe mariposas y cometí el error certero de preguntar qué, pero todo eran bromas. Luego dijo te quiero y se acabó el misterio, claro que lo dije yo también, pero eran bromas. Y aquí ando, menospreciando todas las bromas de todos los payasos que alguna vez se han sincerado. En serio. 

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