Después de un tiempo de duchas incontroladas, de agua
hirviendo, otras heladas, sangrando la piel hasta salir caspa, dejé sin depilar
mis piernas, de teñir mis canas. Tiré los vestidos, las faldas, las medias, la
lencería sexy, el perfume caro, la colonia barata, el rímel y el collar de
perlas. Compré vendas y até con fuerza mis pechos, me mordí las uñas, comí
bombones e hidratos de carbono, sin remordimientos, pero con desgana. Me enfundé
un vaquero tres tallas más grande, me puse un jersey, un abrigo y corté mi pelo
y salí a la calle y al doblar la esquina volvieron a matarme.
No hay comentarios:
Publicar un comentario