¡Lo que hay que ver, cuándo tropiezo con tus ojos fijos! Me gusta que me mires y mirarte y cómo te muerdes el labio inferior
antes de explotar a besarme. Tomar tu cara entre mis manos. Devorarte. Si me
pillas de pie, serán las tuyas las que rodeen mi cintura diciendo, Tengo ganas
de… apretarte. Y me abrazas como ningún otro lo hizo antes. Si me pillas en la
caída, tus ojos, que aun no están desnudos, se empañan con nuestro aliento cuando
me doy por vencida, con el juego de dos bocas que se retan con pasión –así, sin
más- mordiendo, a fuego lento. Es
entonces cuando te quito las gafas porque sé que no hace falta que me mires ni
mirarte. Lo que hay que ver: Cómo me gusta que me ames y amarte. Desnudo, de la
cabeza a los pies... No sé por qué te
empeñas en ellas si te duran, lo que dura eso... Lo que dura decir sin palabras, Bésame.
Y tu cuerpo es la viva imagen del mejor de los besos.
Y tu cuerpo es la viva imagen del mejor de los besos.
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