Echo de menos las cartas con remitente, eran tan claras que
hasta con faltas de ortografía se entendían y atendían, perfectamente.
Los tachones tras las puertas de los retretes de los bares.
Los corazones en el vaho
de alguna ventana.
Escribir con carmín en los espejos.
Aquellas notas poéticas sin firma de autor porque Pepa quiere
a Luis.
Hasta los árboles echan de menos llevar tatuajes tan
originales acorazonados por un tú y yo. Las
pizarras: sustituidas por frases hechas que ya nadie sabe quién escribió porque
no sale un ejército de mariposas en busca de su autor.
Echo de menos las notas bajo la mesa y todas esas cosas que
se dicen antes de ir… a la cama. Las flores con tarjetas que daban la cara (B)
de quien te ¿amaba? Eso es, sí…te amaba.
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