sábado, 28 de junio de 2025

De vuelta

 Una no elige jamás de quien se enamora. Es algo así como un juego de ajedrez, donde la reina depende de la casilla en la que caiga y parece tener rara vez el poder. Una debería aprender la lección y no prestar las cosas que le importan. Quizá un poco de sal, porque jamás la tomas de vuelta. Prestar atención. Pero de repente un día prestas un libro; Cómo hacer regalos y objetos con elementos naturales, y no te lo devuelven o te lo devuelven en un estado que dan ganas de llorar.

Lo compré aquel miércoles en segunda mano y comencé a leerlo por Obispo Codina. Por despiste tropecé con un chico que dejó tartamuda mi disculpa al ver que le estampaba en su corbata el helado que tomaba aquella tarde de calor. Mi reacción fue decirle que le compraría otro. La de él fue quedar una semana más tarde en la heladería, y si había terminado el libro prestárselo porque quería hacer una preciosa cadena elaborada con piñas diminutas recolectadas en Tamadaba, que quedó descubierta al caer el libro al suelo. En quince días me vi recogiendo piñas, comiendo de su boca frutas recién recolectadas…haciendo el amor. En un año ya estábamos casados, y yo daba las gracias al libro por ser el causante de nuestro gran amor al mismo instante que el primer antojo asomaba a mi boca. ¡Qué ganas de comer otra vez aquellas frutas!
Mientras elegía ovillos de lana para las ropitas no dudé en comprar una buena cesta de frutas en el mercado. Cuando llegué a casa todo había cambiado. Él tenía en las manos el predictor gritando que de quién era lo que esperaba. Ahí me dio la primera, Fue sin querer.
Jamás volví a leer ni a ser madre. Jamás volví a ser quien fui una vez.
Diez años después estoy intentando explicar cada, Fue sin querer. Pero nadie me oye y todos me cubren de flores. De haberlo sabido, aquel miércoles, me habría comprado un chaleco salvavidas.
Sólo sé que una no elige de quién se enamora y que a una reina no se le subestima el poder. Que debí ser la primera en la lista de cosas que realmente importan –no te engañes- que los libros jamás se prestan, y puede que un día tarde, demasiado tarde, te lo quieran devolver.

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