sábado, 1 de septiembre de 2018

Sé perder.


He perdido tanto en la búsqueda; el tiempo, el sueño, el trabajo, el dinero, la salud, la amistad, la esperanza, el amor.
He perdido tanto en la apuesta; la mentira, los papeles, el sentido, la razón y el corazón,
la guerra, los colores.
He perdido tanto en lo que encontré; el aguante, el que se me note, lo que jamás fue, las lágrimas, la tontería.
Ha sido tanto lo que quedó en el camino que anduve del revés, que cuando perdí el nosotros supe al fin ser yo y no con eso me basta lo que tanto sobró.
Ya no me queda otra que ganarme la partida; yo contra yo. Porque soy capaz de retarme sin hacerme trampas, por una vez.


viernes, 17 de agosto de 2018

CHORRADITAS


Me encantan los besos volaos…un beso y un globo. <<Cosalinda los besos, y tú>>.
Imagino que vienen saltarines a mi mejilla, o que frenan al borde de mis labios, o que los  atrapo con la mano y los guardo porque me hacen cosquillas, o que van directos al corazón sin salida.
Que atraviesan el Atlántico a toda leche o pastilla y te buscan y sonríen al verte y se meten por tu ropa acariciando lentamente y salen vía whatsapp planeando por tu frente.
Dame un beso volado, o robado, o preferente, o urgente y te contaré cuando vuelvas con pelos y señales qué se siente.




Al golpito


Poseo el tenedor más limpio de mi cocina. Era lo único que había en el fregadero desde antes de ayer o yo qué sé. He mirado al suelo solo un instante, un doloroso y jodido instante  y se me ha hecho la tarde. Así que me he puesto las pilas y en tan grande arrebato de querer olvidar, limpiar y limpiar y limpiar y no perder el tiempo, mocho en la mano derecha, goma en la izquierda, me propuse limpiar toda la casa y borré todo lo que escribí. La goma quedó en mis labios mientras mis dedos jugaban con esas virutas que se esparcieron como cenizas al mar por todo el escritorio. Puede que pasado mañana me dé por barrer las que cayeron al suelo, pero primero  voy a pasar el lápiz por encima del relieve que quedó en la libreta. Mierda de goma. Ni sé qué hora podrá ser…hace calor… y tristeza… y ya amanece.


El sexo de las palabras

Mira que no me gusta escribir ñoñerías, pero fue verte y buscar corriendo apresurada palabras que mal sonaran, para no caer en la tentación, pero el bocado de atún pasó de tu boca a mi boca y me sentí atrapada. Ahora entiendo un poco lo que es estar cuerda y menos chalada, que la realidad nos fulmine, como haces conmigo, en el buen sentido de la palabra, y la palabra toma la palabra y cada palabra es otra. Quiero llamar Escalectrix al recorrido en mi vientre, que ya mariposas murieron en mis curvas estrelladas, cuando en realidad el vértigo de tus manos y tu lengua me provocan, a jugar entre tus piernas, sin mis gafas de intelectual redomada, con la visión clara y el espesor que nos convoca. Mira que me juré no ser de esas poetas que desnudan a la luna dejándola colorada, para que se oculte en mi almohada mientras tú me deslumbras retorcido entre mis muslos estrujándome las nalgas.Y mira que aborrezco que esta partitura en letras me descubra consagrada, asonante o convocando, en aquella Mesopotamia, al sexo de nuestras palabras, que timbran en mi oído coquetas, eróticas, sucias y hasta macabras, mientras jadeo pidiendo más y me rindo cuando se acaban.


RETO Nº 33 Construir un relato con las palabras Mesopotamia, Gafas, Atún y Escalectrix

jueves, 16 de agosto de 2018

TAN CORTÉS


 Malamente empezamos –pensé-, pero por cortesía no le dije nada y por cortesía trajo la botella, y seguro que por cortesía o por pensar que era una broma no dijo nada a mi respuesta cuando le invité a cenar y me preguntó si traía algo y yo le respondí que una cruz y una estaca…se lo tomaría a broma porque apareció con una botella de vino de Tenerife y ni rastro de lo que le pedí.
También me dijo que no tenía en realidad mucha
 hambre mientras me daba un beso con sabor a cola cao -groso error no lavarse los dientes, no soporto a un hombre sin higiene dental, y otras malas higienes-. Pero yo tenía un hambre increíble. Me devolvió el libro “Los Navegantes” –sin leerlo, eso se nota-. Me lo pidió con la excusa de volverme a ver en realidad. Un libro de tantos que está en ese grupo  -último estante a la izquierda junto al álbum de fotos de familia-, en los que seguro que lo poco que sé de la vida ya está contenido en ellos y bien redactado.

Abrió la botella de vino y se me hizo la boca agua. Casi se me notaban los dientes afilados y el aliento a fiera. Pero preferí esperar. También por cortesía. Puse música en mi viejo tocadiscos; un solo de piano de Michel Legrand - I will wait for you. Ya había pensando cómo terminar mi larga muerte, esa misma noche y con su ayuda, y qué BSO sonaría, pero él encendió el ordenador y dispuso del ratón a su antojo diciendo que yo no entendía de música, que estaba anticuada y qué mejor que la bachata de Romeo para amenizar la velada. Sin cruz y sin estaca me sentí perdida, desolada. Él no me había entendido y quizá por cortesía no se lo dije ni el preguntó. Entonces le miré; desprevenido y falto de reflejos, balanceándose en mitad del comedor, tendiendo su mano e invitándome a bailar, con el ratón del PC aún en las manos. Abrí el cajón de las mantelerías, tomé la pistola cargada con dos balas de plata y me acerqué a la bestia sin apartar la mirada, y con la sangre fría, y por cortesía…lo besé.


domingo, 12 de agosto de 2018

PORTARETRATO



La que habla sin pensar.
La adicta a las almendras
La del grano mensual.
La que vuelve a tropezar.
La mendiga del por qué.
La que busca la gracia a la desgracia.
La Princesa del dónde.
La que grita; ¡Joder!
La mujer con disfraz de mujer.
La que no sabe qué ponerse.
La que se cuela en las prisas.
La de mariquita el último.
La del dios nos asista.
La que huye de los espejos.
La de las pecas en la espalda.
La de las cremas eternas.
La del “coño” y “no me digas”.
La escapista de la envidia.
La que se enamora hasta las trancas.
La que camina por el bordillo.
La que olvida el sin salida.
La reina de las cosquillas.
La que escucha con paciencia.
La del sálvese quien pueda.
La que adora la vez primera.
La que hace saltar  alarmas.
La inspectora de mis caídas.
La que  da vuelta a las vueltas.
La que opina lo contrario.
La que tirita por un beso.
La que olvida depilar sus piernas.
La del nunca en la primera cita. ¡Ja!
La que siente lo que siente
aunque sean pequeñeces
La sencillamente complicada.
La normal. ¡O qué te crees!


La ausencia de mi sol


Hay una playa en la que casi nunca sale el sol. Si así fuera sería perfecta. La pasean los solitarios en todas las versiones en las que querer estar solo, o un rato, se convierte en una imperiosa necesidad y en la que sin saber el porqué se sienten plenamente acompañados.
 Es el lugar donde estás a salvo del ruido, del desamor, de las viejas batallas, de las cotidianas guerras. Donde se aclaran las ideas, donde la tristeza desaparece, donde el aire te llena, donde los pies se descalzan y se desnudan las mentes. Donde la imaginación se desborda y también se presiente, que se estaría bien viviendo en ella… si no fuera porque casi nunca sale el sol. Tan apartada del mundo  que muchos querrían quedarse para siempre pero siempre terminan marchando. Dicen que nunca se olvida y  alguna vez en la vida se termina olvidando.  Y juramos, ¡juramos volver!… pero  nunca se regresa.