Esa que encuentras en el camino nace sola. Siempre está sola. Fíjate que de ella pueden brotar emociones silvestres majestuosas que solo unos pocos son capaces de apreciar, disfrutar y sentir como algo maravilloso. El manto que se forma tras la lluvia, y las peores tormentas, son ellas. Comparadas con postales mágicas, que a ratos se miran con desconsuelo porque parecen inalcanzables. No es de las que que se compra o se regala por amor y mucho menos adornan coronas para una despedida. Ella nace como cuando nace un amor; si motivo, estará en cualquier camino suspirando porque alguien, un día, se fije en ella. Pero será mejor que tenga cuidado, no sea que la arranquen de cuajo un día con la ilusión de regalarla a a cambio de otros amores, o de nada.
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