lunes, 18 de noviembre de 2019

Con ellos.


Ellos no se dan cuenta. No tienen por qué. Recogen todo y por primera vez será sin yo imponérselo. De repente el orden es un caos. Puede que digan que ya volverán a por el resto o que lo tires, o lo regales y  aún así te cabrees porque después de todo, es tu trabajo deshacerte de los trastos que no se llevan. Sin embargo… lo acomodas por la casa, estirando para que parezca que cada objeto, por pequeño que sea, ocupa el enorme vacío que dejan. La muñeca de Sofía, el walkman de Alex, el mapa de Julián… ¿Por qué algo que debería hacerme feliz me duele tanto? Brindo por su partida como brindé, y volveré a brindar, con ellos sus logros, superaciones e incluso tristezas de las que aprendieron. Brindo por mí que lo he logrado coño… por el espacio enorme que tengo para mí solita, por todas las horas que no pasaré buscando una camiseta preferida, peinando  muñecas, haciendo sus deberes, escuchando esa música moderna que me vuelve loca, y ahora pongo bajito para sentirme acompañada. Brindo por el jodido silencio que me gano en recompensa, y el espacio que lleno con la mirada en espera... por si regresan.

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