Siempre la estoy observando. Como una cría feliz
revisando cada obra de la pinacoteca como si fuera la primera vez que la ve.
Tan dulce. Tan vuelco en mi corazón de nevera. Tan sola.
Siempre la
estoy rechazando. Me dio igual su te quiero. No le importaban las migajas que
barría como un tesoro acabado de encontrar en las nubes. Estaba tan sola.
Siempre la estoy olvidando. Dejaba abierta su ventana y la puerta trasera. Agradecía
todo aunque todo lo que le di le doliera. Así no se sentía tan sola.
Siempre me estoy odiando. Tanta comprensión, cariño
y ternura... Si la intuía feliz, sin mí,
la buscaba para que volviera. Por si estaba sola.
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